"La filosofía no es el arte de consolar a los tontos ... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios."

Sobre el Cántico Cósmico de Ernesto Cardenal









Treinta años de trabajo acumuló Ernesto Cardenal para darnos, finalmente, su libro "Cántico Cósmico". Al dedicar a este escrito toda una vida al estilo de los poetas del Mester de Clerecía, el contemplativo cantor de Solentiname y, por años, revolucionario Ministro de Cultura, cancela la caricatura del poeta difundida desde que se quiso explicar la inspiración con que su compatriota Rubén Darío creó el Modernismo, por el furor de un instante y por el impulso de media botella de licor. Como quien explora más allá, "antes", del tiempo y del espacio y a lo largo de todos los tiempos y todos los espacios, Cardenal compuso su Cántico en 43 poemas por él denominados "cantigas".

"¿El orden de este poema? No tiene orden/ni desorden": "En cuanto a la unidad de este poema/no la tiene. La unidad es afuera./La unidad de todo".

Contemplación para aprender a trabajar en el amor: ésta es la experiencia literaria, revolucionaria y cristiana, a que convoca con sus centenares de páginas el Cántico Cósmico. La "contemplación" no es la serena mirada con que un trapense observa el paisaje desde su ermita en la montaña, ni la incomprometida actitud con que el vacacionista se sienta en la playa frente al mar.

Con una audacia inédita, Ernesto Cardenal mira el cosmos, en sus galaxias infinitas y en su acontecer anecdótico y cotidiano -porque todo eso es la historia de nuestros millones de años de evolución y de existencia -, explorando y uniendo lo que siempre pareció irreconciliable y contradictorio: la ciencia y el mito, el erotismo y el marxismo, el cinematógrafo y la fe, la utopía y el fracaso, la poesía y las matemáticas, Mao y Jesucristo, la muerte y la vida, la astrofísica y la libertad, la increencia y la religión, el tiempo como espacio y el espacio como tiempo, la explosión y la concentración, la lucha de clases y el amor...

Comenzar todo en las primeras palabras bíblicas, "en el principio", no es - o sí es - evocación de la narración simbólica y ejemplar con que la tradición judaica nos mete a descubrir el origen y el sentido de todo "lo creado", de todo lo qu es. Con ese mito - que nunca ha sido, como quiere y define la Real Academia, ficción religiosa, sino símbolo provocador -, invita el poeta a penetrar, a "contemplar" aun más allá de donde Darwin afirmó que su sólida teoría del evolucionismo probaba la inexistencia del "Meim nun'vater (Papá del cielo) de los samojedos". Mitología de la Polinesia, la Costa de Oro, Venezuela, Kenya, Siberia, Arkansas, Alaska, Rwanda, de "la arenosa árida Guajira", China, California, el Alto Nilo. Desde cada rincón de este planeta -"Este planeta raro del sistema solar/que girando, girando se entendió a sí mismo/.Adquirió mente y corazón"- llegan las voces de los mayas, los jakuts, los kikuyas los bantúes, los iroqueses, los pigmeos, los griegos, los nicaraos, los dakotas, los chilluk...

Los mitos y la ciencia

Cientos de tribus y cultura, "hombres en pelota" según el científico Hartland, con el mismo anhelo de todo hombre, de toda mujer y de toda civilización: entenderse, amar, hacer el amor, engendrar, vencer la muerte. El esfuerzo sistemático de Mircea Eliade hecho cántico y cantar.

Con el mito, su hermana gemela, la ciencia, nos guía en esta contemplación. Einstein, Newton, Darwin, Galileo, Maxwell, Hertz Schrodinger, Princeton, Oppenheimer, Copérnico, Kepler formulan de nuevo sus leyes del cosmos, del átomo, del sonido y de la luz, de la gravedad, de la mecánica cuántica, de la termodinámica, de la biología y de la relatividad y se unen así a la "música de las esferas" intuida por Pitágoras, en medio de la guerra y del fuego - "padre de todas las cosas" - que contempló Heráclito.

"El universo sometido a relaciones de incertidumbre", desde la Gran Explosión, cuando el Big Bang del principio, cuando el universo entero estaba concentrado "en el espacio del núcleo de un átomo/ y aun menos todavía, un infinitamente denso punto matemático". Hoy "somos polvo de estrellas/. Hace 15,000.000.000 de años éramos una masa/ de hidrógeno flotando en el espacio, girando lentamente, danzando".

Aprendizaje y evolución

Entonces, todo dispersión y, contra ella, todo gravitación, todo condensación, todo "como decir amor". Fuego y energía. Si, como dijo otro gran teórico de la relatividad, San Pedro, "Un día es como mil años. Mil años son como un día", ese pasado, de millones de años, son nuestra historia. Por eso estamos permanentemente en comunión con los "1,000.000.000.000.000.000.000 de estrellas". Agrupaciones de agrupaciones de galaxias. Un universo de ceros, de estrellas, que no están solo para mirarse.

Sino para decirse, darse, en el amor. El mismo amor que unió al primer electrón con elprimer protón: "y el espacio se hizo transparente/y corrió la luz". A pesar del enemigo, el positrón.

La naturaleza humana es "hija de procesos de reacciones nucleares". Nuestra carne, compuesta de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno -igual que las estrellas y nuestros lagos y volcanes -, fue naciendo de cópulas y cópulas. Contemplación de la época cuántica y del selúrico, el carbonífero, el oce+ano y el paleocéano... y del paleolítico, neolítico, paleozoico, mesozoico, etc.: "parece que el universo sabía que vendríamos", como dijo Dyson, hasta adquirir en nosotros conciencia; "conciencia sufriente". "Nosotros, la materia que se mira". "Materia espiritual": "la materia cada vez menos materialista".

Ese proceso - ni duda le cabe al poeta - es y se llama evolución. Ernesto Cardenal retoma así la inspirada herencia de Teilhard de Chardin, con cuyas palabras revela elpoeta nicaragüense su secreto.

"He buscado toda mi vida un supremo Alguien, amarlo no sólo con el corazón sino con todo el universo, la oración del espacio-tiempo, escribió Chardin en Peking".

La contemplación es búsqueda, es aprendizaje. Porque los hombres "no hemos heredado como los pájaros lo aprendido/sino la habilidad de aprender/El hombre, animal que aprende (...) Aprender, pasó a ser la evolución".

Esta terminó cuando, en el árbol de la vida, las aletas se bifurcaron por un lado en alas para volar y por otro en la mano humana: "Cinco dedos fue perfecto y ello no varió más". Manos para encender el fuego, para dejar su imagen - primera obra de arte conocida -, en las cavernas de Aurignac, para hacer caricias, libros, tractores, violines, carrozas, barricadas, manos para trabajar y transformar ("transformar nos transforma"), para estrechar otra mano: "Nada más humano que una mano; hermano, dame tu mano".

"La mano liberada que dijo Engels. La mano hizo el trabajo, como el trabajo la mano. Y por ello el trabajo y la mano, la evolución de la mente y por ende el aumento del cerebro humano. La mano pensante".

Con la mano y el trabajo nació en la tierra la palabra y la comunicación. Y brotó el amor y la multiplicación. Tal como aconteció en "la revolución más grande ocurrida en la tierra: "No sabemos/Cuando ni cómo, en qué microcóspico, casi invisible/paraíso/se unieron dos células cualquiera/entre millones de otras/(...) Hace tres mil quinientos millones de años/ya había células que habían conocido la sexualidad".

El amor sexuado

"Fuga de otoño", "Estrellas y luciérnagas", "Nostalgia del paraíso", "Epitalamio" son cuatro cantigas que cantan y danzan al ritmo de este amor, amor sexuado. Erotismo de cromosomas y recuerdos personales: La muchachita junto al agua de Tiscapa y las del Lago de Nicaragua, y en Hamburgo y en la soledad celibataria de quien por el reino y por el pueblo enfrentó la noche oscura y la renuncia: "boca que en mi boca yo bebí".

Pero no sólo esos cuatro poemas, sino todo el Cántico Cósmico rezuma la nostalgia de ese beso. La ley de la gravedad que Newton comenzó a entender aquel otoño en el jardín de Woolsthorpe, y los movimientos rápidos del cuerpo y los movimientos rápidos de la música del Palo de Mayo nicaragüense y la ley de la termo dinámica y el mito y la ciencia, todo se aprende, todo se comprende: "Todo el cosmos es cópula./Y toda cosa es palabra,/palabra de amor":

"Sólo el amor revela, pero vela lo que revela".

"En el erotismo, Señor, se te fue la mano": "La presión que engendra las estrellas/es la de mi corazón" ¿Todo porque "Dios es comunicación y nosotros su gramática/comodice el texto sánscrito"?

A aprender, pues. A trabajar convoca el cantor.

"Y para que no falta el Diablo en este poema", con las cantigas "Robber Barons", "Oficina 5600", "Visita a Weimar", "La danza de los millones", "En el cielo hay cuevas de ladrones", "Las tinieblas exteriores" nos baja (o sube) otra vez ala tierra: Hay que aprender a conocer y desenmascarar a los Mefistófeles que distorsionaron la realidad y pretenden acabar con la belleza: Los barones ladrones. Aves de rapiña. La Esfinge de la Bolsa. Los Trusts. La Casa Blanca. La empresa de Auschwitz ("1 vagón de pelo de mujer... 40 cajas de anillos matrimoniales"), la plataforma de Nuremberg" "donde se irguió aquel hombre que fue ungido por e l demonio", Rockefeller Center: "simplemente no es humano" que dijera tiempo atrás la Sra. Goebbles. Nombres, apellidos, direcciones, cuentas bancarias. Sueños de Reagan cuando quiso sentir que "La guerra de las galaxias no era sólo una película".

Revolución y fe

En medio, no sólo Hiroshima, sino un "documental latinoamericano" (Cantiga 24, glosario poético de Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano), que llega a nuestros días, con sus dictadores, ejército, prostíbulos, cinturones de miseria, periódicos vendidos a las transnacionales de la información, calabozos, torturas, obispos y cardenales que no entendieron de aquello de que "mi Reino no es de este Establishment". Pero también con sus Revoluciones (¿abortadas?). Y los signos de su esperanza:

"Casaldáliga visto como diabólico y San Monseñor Romero"

Todos los asaltantes reunidos: "Haciendo lo que Marx tras paciente investigación descubrió. Al tejedor el tejer, mas no el telar. El trabajo produce más de lo que cuesta. El producto vale mas que lo pagado por el (...)

Lo producido socialmente apropiado privadamente". De esa plusvalía el monopolio y el caos: Magnífica síntesis del más incuestionable marxismo.

Como tomando aliento en este ir y venir de la historia en el planeta y en los millones de galaxias y en el corazón del átomo y de la célula - todo un solo Cosmos -, el poeta de Solentiname se pregunta:

"Pero en total qué:

¿Un universo sin ninguna finalidad discernible, un inmenso accidente sin significado?"

Y nos responde:
"Esta mi época astrofísica sólo tiene un sentido: proclamar que el universo tiene sentido".

Para mostrarlo, en lo mejor del Cántico revela Ernesto Cardenal lo que su amor quisiera velar, los dos temas que atraviesan desde el principio el libro, como dos claves de sus treinta años de poeta cósmico y de su amor entero: La Revolución y la Fe. Las cantigas "Lo más oscuro antes del alba", "Viajes en la noche", "Vuelos de victoria", "Hacia el hombre nuevo", "La tumba guerrillero" son un repaso de sus libros y cantares sobre Nicaragua: Desde que el pensar y e l ser joven era un crimen, hasta el 19 de julio y la construcción del país que alentó a tantos millones de hombres y mujeres de este y otros Continentes, en medio de los crímenes de la contra y del padrino de la Casa Blanca. Cántico a los que dieron su vida porque amaron y vencieron por eso la muerte:

"Que ningún dogmático aunque sea Arzobispo de Managua venga a negarnos que ustedes están vivos (aunque él no lo cree) y que además son sagrados".

Tenés razón Laureano Mairena -¡presente!- grita Ernesto: "Nos vale verga la muerte".
Un canto de resurrección
"No quería escribir este pasaje" -se excusa-. Pero ¿cómo callar que la ley de la entropía quedó vencida, si la tumba está vacía?

Fe cristiana. Que no es utopía idealista. Aunque en su nombre más de una vez los cristianos hayan condenado a los científicos que nos descubrieron el dinamismo y el amor de la materia. Que no es religión. Aunque por querer serlo haya ignorado el dinamismo y amor con que tantas culturas, con sus mitos y sus danzas, nos dieron la comunicación.

"El cristianismo es locura, reconoció San Pablo. El cristianismo es locura o no es cristianismo. No es la única, pero tal vez la máxima locura".

A cantar y compartir esta fe, a contemplar cómo Dios trabaja en todo por amor -"desde el principio" -dedicada el Cántico Cósmico, no sólo las últimas cantigas -"La luz sollozante", "Cosmos como comunión", "Asaltos al cielo en la tierra", "El deseado de las naciones"-, sino el libro todo. Porque "en el principio fue el amor". Y "Dios = Amor": "O sea su esencia, Su Esencia, es tomar la iniciativa":

"No un creador que creó en el principio sino continuamente, crea y no directamente sino a través de leyes físicas de manera que los científicos no ven ningún creador".

"No está arriba, sino adelante, presente en todo, pero tan ausente de todo, que es perfectamente racional ser ateo".

Por creerlo así, Ernesto contempla cómo Dios trabaja y sin término -infinito- se da en el amor. Desde esa fe comprende y descubre todo: "Al encontrarte me encontré. Al encontrarme te encontré". Por eso la materia tiene conciencia.

Por eso en e l poema "Un no sé qué quedan" resuenan los anhelos de San Juan de la Cruz, el Cantar de los Cantares, Fray Luis, Teilhard, Alfonso Cortés -el poeta del espacio y del tiempo, el más citado en estas páginas-, los átomos espirituales, Simone Weil, Eckhart, Rilke, Chuang Chou, Confucio, Einstein con sus ecuaciones, los muchachos de Solentiname y las agrupaciones de agrupaciones de Galaxias. En búsqueda y encuentro del Omega que es Alfa.

Octavio Paz, para alcanzar, al fin, la comunión, propuso en El laberinto de la soledad, el hilo de Ariadna que forman juntos la Historia y el Mito. Fórmula que afanosa y angustiadamente descubre al fin Narciso, ese microcosmos que sólo se contempla a sí mismo y se desgarra en su interior y en su sociedad insolidaria.

Más esperanzado y desde el ritmo amoroso de cuanto es y gira -en medio del cosmos todo y en él, sólo en él, el hombre también-, Ernesto Cardenal no busca hilo alguno para salir del laberinto. Porque no se experimenta en soledad, sino en comunión con todo, ya.

Saber que ya estamos en Fiesta y Canto y Danza de millones de estrellas y de manos hermanas, en comunión "desde el principio", ahora, para siempre.

Por dos caminos nos impulsa el poeta hacia esta comunicación con la materia y el amor: el Mito y la Ciencia. ciencia -física, química, cuántica, biológica, sociológica, anatómica, atómica, etnográfica, matemática, antropológica...-, como esfuerzo por comprender y asumir la materia que es, la materia que somos.

Mito, como expresión amorosa y simbólica con que los pueblos todos nos dicen y nos decimos lo que sentimos, anhelamos, valoramos, compartimos, operamos, en la siembra permanente de nuestro pensamiento y nuestra acción: Cultura, cultivo de la alegría de ser en la materia cada vez menos materialista. Cada vez más en comunión con el Espíritu que aletea en todo y descubre al Invisible. Desde el Big Bang. Desde el principio. La representación visual de las relaciones que estos dos símbolos generan nos da el cuadro simiótico a pie de página. El secreto queda dicho en cada página: Desde el principio se llama eros, fuego, cópula: amor.

"El propósito de mi Cántico es dar consuelo".

Y consuelo significa alegría, esperanza, amor, fe, audacia. Las últimas cantigas fueron escritas y el libro dado a conocer en el contexto de entusiasmo por el X aniversario de la Revolución Sandinista. Después, con "lo que pasó" y sigue pasando, cada día más aterrador, ¿será igual para el poeta y sus lectores el Cántico y su esperanza, su alegría, su comunicación cósmica? Nicaragua, de nuevo al borde de la crisis total.

Los niños ya no retozan en sus barrios. Los policías ya no andan sin garrotes de hule en la calle y sí con bombas lacrimógenas. Los estantes de los supermercados están abarrotados, pero pocos, -cada vez menos-, son los que pueden comer.

De antemano lanzó Ernesto como reto su respuesta:

"Un obstáculo puesto en un camino de hormigas puede momentáneamente confundir a las hormigas pero ellas sabrán después encontrar el camino".

Así fue desde el principio y en la gran revolución que armaron con su primera cópula las células. Por eso hay cántico cósmico.




Raúl Mora Lomelí