"La filosofía no es el arte de consolar a los tontos ... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios."

En paz ...



Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas ...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!











Pasaré

Pasaré, pasaré sin dejar huella,
como el aire un débil aleteo;
como el albo cielo, de la estrella
el silencioso y suave parpadeo.

Pasaré como mezcla que no fragua
ni se convierte en forma definida,
como la estela que dibuja el agua,
como el vuelo sin tregua de la vida.

Pasaré de los labios que pusieron
un temblor de emoción en mis poemas,
de los ojos brillantes como gemas
que alguna vez por mí se humedecieron.

Pasaré de las frentes que creían
recordar para siempre mis canciones,
de las ávidas almas que acudían
para mojar en mi sus corazones.

Pasaré en el papel que se ha perdido,
en el libro que roto se deshoja,
y quedaré cegado en el olvido
bajo un seco montón de tierra roja.

Pasaré, pasaré como en un sueño
que al despertar la mente no recuerda.
En el violín se habrá roto una cuerda,
y, ya insensible, cambiará de dueño.

Y tú, que tienes hoy sed de lo que escribo;
tú, que sin voz me buscas y me llamas
con una fe que solo yo percibo,
tú me habrás de olvidar, la ley es ésa,
y al encontrar mis versos algún día,
exclamarás con gesto de sorpresa:

"¿De quien es esta pobre poesía?"

Escrivá de Romani









Cuando vuelva la esperanza

Más allá del bien, del mal,
de las garras del tiempo.
Más allá de los sueños,
de los prismas de dolor,
de las esferas de olvido.
Más allá de las pieles lozanas,
de la agonía de mis muertes,
de los mares de llanto,
de las lunas encendidas ...
Estás tú ... Siempre tú.

Más allá de las altas colinas,
de las coronas de cristal,
de los cuerpos sudorosos,
de las hojas amarillas.
Más allá de aterradores rostros,
de las leyes del universo,
de la obtusa materia.
Más allá de los espirales de fuego,
de los bravos ladridos del tiempo…
Estás tú ... Siempre tú.

Más allá de las heridas perversas,
de los apagados recuerdos,
de la ira fondeada en el infierno,
de las verdes gramas,
de las almohadas húmedas.
Más allá de los tigres de fuego,
de las sábanas de espuma.
Más allá de la linfa derramada,
de las cenizas de la tierra …
Estás tú ... Siempre tú.

Más allá de los corredores de lava,
de los árboles llorones.
del anhelo de la piel,
de los parlados de mirlos,
de las nubes de vergüenza.
Más allá de las tormentas de azufre,
de la lujuria enceguecida.
Más allá de las hojarascas del camino
Más allá del bien, del mal,
de ti ... de mi ...

Estás tú ... Siempre tú.







Si tú me olvidas ...

Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

Pablo Neruda