"La filosofía no es el arte de consolar a los tontos ... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios."

Prolegómenos

Apuntes especulativos para la formulación de un Programa de Filosofía para el Instituto Nacional
* Es probable que ya no suscriba lo que aquí se expone.






Menos que una presentación ... tal vez una advertencia.

En probable que en algunos pasajes de este documento aflore una cierta cuota de resignación y pesimismo, pero ¿es posible violentar la astucia de razón? El derrotero de la historia parece irreversible; ¿qué nos queda? Heidegger sostenía que sólo un Dios puede salvarnos … ¿olvido que “Dios ha muerto”? Quizá, si alguna tarea le queda a la filosofía sea el esclarecimiento del absurdo y se rescate en ello un valor edificante, a pesar de que Hegel alertaba contra tal actitud. No obstante, tal vez quede una cuota de esperanza, y a la filosofía como asignatura escolar le quede un último recurso: puede llegar a ser el hilo de Ariadna que oriente al estudiante en el laberinto del minotauro.

La propuesta programática que a continuación se expone está animada por un cierto resabio de ilustración y modernidad trasnochada… ¿Es posible ir en contra de la propia naturaleza y abstraerse de los condicionantes de la propia formación? Asumiendo la imposibilidad de la neutralidad conceptual, aspiramos a la presentación honesta de una propuesta instrumental, altruista y quizá esperanzadora, pero nos agobia la duda en orden a que ella contribuya como servicio reproductivo del nuevo orden imperial.

CONTEXTO

Un diagnóstico para nuestro tiempo.

Junto al desahucio de los meta-relatos, asistimos hoy a la consolidación de los efectos de la tercera revolución industrial, denominada también revolución del conocimiento, que surge hacia finales del siglo XX junto a otros eventos políticos, sociales y culturales que se dejan sentir sus efectos en el nuevo milenio que comenzamos a vivir. Hoy la materia prima ya no es el carbón, el acero o la electricidad sino el conocimiento. La informática y las nuevas tecnologías de las comunicaciones impulsan con celeridad cambios vertiginosos en la industria y la economía, que demandan con urgencia el desarrollo de un nuevo paradigma educacional que necesariamente ha integrar lo social y lo cognitivo, puesto que ha de explicitar la naturaleza del contexto y de la persona que aprende, así como su potencial de aprendizaje individual y social.

El escenario de la sociedad del conocimiento ha cambiado; las connotaciones de la vida local están siendo sustituidas progresivamente por una cosmopolita, con una progresiva desaparición de las fronteras tanto políticas y económicas como culturales. Avanzamos de manera irreversible hacia una integración, sutilmente forzada, en una aldea global, cuyo carácter totalitario McLuhan no sospechó y Toffler apenas vislumbró. En la práctica está surgiendo un nuevo modelo de sociedad que demanda a su vez un nuevo modelo de educativo; que reclama una refundación del sistema escolar y por ende la práctica docente para reproducirlo y consolidarlo.

Hoy el aprendizaje debe sustituir a la enseñanza. En sociedades de cambios rápidos y vertiginosos es necesario un aprendizaje permanente; por ello se habla de organizaciones que aprenden, de comunidades profesionales de aprendizaje, de organizaciones inteligentes, de gestión del conocimiento, de inteligencia organizativa, de talento organizacional, de capital humano; todo ello desde un pensamiento sistémico y complejo, que implica: ver la totalidad más que los detalles; modelos mentales institucionales; visión y misión compartidas y aprendizaje en equipo, entendidas como componentes de una organización inteligente en aprendizaje permanente.

Supuestamente estas prácticas posibilitan la recuperación del sujeto que aprende extraviado entre los desvaríos y excesos de la modernidad. Este escenario requiere del desarrollo sistemático de nuevas formas de aprender a aprender: en la sociedad del conocimiento es necesario pero no es suficiente el aprendizaje permanente; es también imprescindible el desarrollo sistemático de estrategias cognitivas para potenciar la visión y la misión de la institución escolar. Para ello es preciso transitar desde un aprendizaje institucional implícito a un aprendizaje explícito, es decir, desde el compartir el cómo hacemos las cosas a compartir el porqué y el para qué hacemos de una determinada manera. Necesitamos una nueva estrategia escolar que no sólo dé respuestas, sino que también enseñe a formular preguntas, que mire al pasado y también integre el futuro; hablamos por tanto de una propuesta escolar innovadora y creativa.

Así, en el marco de la sociedad del conocimiento, lo importante en la escuela es el desarrollo tanto de objetivos cognitivos, es decir, de capacidades, destrezas y habilidades, como afectivos, a saber, valores y actitudes que se promuevan entre los estudiantes. La adecuada identificación de los objetivos cognitivos es básica en una sociedad que postula el desarrollo de herramientas para aprender y seguir aprendiendo en forma de habilidades básicas, ya que los conocimientos cada vez son más inabarcables, complejos y fungibles en breve tiempo. Y entre estas capacidades se reclama el desarrollo del razonamiento lógico y el pensamiento simbólico; la orientación espacio-temporal, la expresión oral, escrita e informática, así como la socialización para saber vivir y convivir en contextos multiculturales.

Por otra parte, la sociedad del conocimiento reclama en la organización de los contenidos o formas de saber una clara distinción entre datos, información y conocimiento; también se hace necesario saber cómo ocurren los procesos cognitivos; y si queremos una sociedad humanista hay que promover el desarrollo sistemático de valores para aprehender tanto la cultura global como la local, si algo sobrevive de ella. Esto supone para el modelo curricular una integración adecuada entre los contenidos y los métodos, entre las formas de saber y las formas de hacer, como medios para desarrollar capacidades y valores.

La información supone una cierta organización de los datos pero por sí misma tampoco crea conocimiento. En la actualidad los estudiantes poseen una sobredosis de información, pero en general escaso conocimiento. El conocimiento supone una adecuada integración de la información a partir de los conocimientos previos y las destrezas básicas del que aprende. Ello implica seleccionar adecuadamente los conocimientos en forma de grandes síntesis para facilitar la arquitectura del conocimiento. La complejidad en la que vivimos postula una nueva organización de los contenidos, priorizando la síntesis sobre el análisis, el pensar en sistemas sobre la mera información, crear y potenciar mentes bien ordenadas. No basta sólo la adquisición ordenada del conocimiento es necesaria también su creación para diseñar el futuro y aportar valor al mismo. De la memoria de datos hemos de caminar hacia la memoria constructiva del conocimiento, para transitar desde el conocimiento de algo al saber cómo es ese algo. En la sociedad del conocimiento el saber sin el saber cómo es poco útil y su valor es escaso. La sociedad del conocimiento reclama nuevos roles al profesor y a la formación docente profesional. En sociedades con cambios rápidos y vertiginosos, todos somos aprendices: profesores y estudiantes; este aprendizaje es sobre todo una forma de adaptación al futuro sin perder el pasado. El profesor como aprendiz será mediador del aprendizaje, mediador de la cultura global y local, social e institucional y también mediador del conocimiento. Estas nuevas funciones tienen poco que ver con el pasado. Son aproximaciones claras y precisas a la sociedad del conocimiento y sus nuevas demandas profesionales; este aprendizaje no es sólo individual sino sobre todo institucional y grupal, en equipo, en el marco de las organizaciones que aprenden, en comunidades profesionales de aprendizaje.

Esta transición hacia la sociedad de conocimiento se ha de visualizar en el aula y más en concreto en los diseños curriculares de aula centrados en el desarrollo de capacidades y valores. De este modo hay que propiciar una transición desde una escuela conductista a una escuela en el marco de la sociedad del conocimiento; dicho de otro modo, hay que posibilitar el cambio necesario del paradigma conductista propio de la revolución industrial del siglo XIX al paradigma socio-cognitivo y complejo propio de la sociedad del conocimiento.

Cabe señalar que ninguna institución educativa puede permanecer al margen de esta visión, ya que el mundo ha cambiando precipitadamente; ello nos obliga a una revisión general de nuestro quehacer para detectar si los conocimientos, habilidades y destrezas que pretenden desarrollarse en el estudiante se traducen en las competencias requeridas por el ciudadano de esta sociedad del conocimiento, globalizada y multicultural; si responden a la internacionalización de la economía y la cultura, a las oportunidades de los tratados de libre comercio y a los desafíos de la ciencia y la tecnología, al advenimiento de la nueva sensibilidad humana; en suma, a los paradigmas de la sociedad del conocimiento. El desafío del sistema escolar y de un proyecto educativo innovador es procurar un egresado con nuevos estándares educacionales: con un dominio de los lenguajes que le faciliten la comunicación y el dominio de las competencias necesarias para una óptima formación superior y práctica profesional exitosa.

La tarea queda así definida: tenemos ante nosotros los desafíos del advenimiento de una sociedad mundial que nos obliga a repensar nuestro quehacer desde los nuevos paradigmas del conocimiento; que demandará lo mejor de nuestra voluntad, imaginación, inteligencia y trabajo para alcanzar la fórmula que nos permita formar ciudadanos para la sociedad del conocimiento sin olvidar nuestra historia ni esa cultura híbrida que nos dio una identidad en un precario rincón al sur del mundo.






FUNDAMENTOS


De la función de la Asignatura de Filosofía en el Plan de Estudios de la Educación Media.

Por la naturaleza esencialmente especulativa de la Filosofía, pedagógicamente se la ha concebido como una Asignatura del Ciclo Terminal de la Educación Media Humanístico Científica; puesto que en esta etapa la madurez psico-biológica del estudiante le posibilitaría operaciones cognoscitivas formales; es decir, mentalmente estaría capacitado para abordar problemas y cuestiones que suponen un grado significativo de abstracción y enfrentar críticamente la experiencia.

El proceso de maduración cognoscitiva es complejo y largo en el tiempo; implica la serie de tareas de desarrollo que el estudiante debe ir superando progresivamente en el transcurso de su educación sistemática. Al cabo de diez años, la consistencia de este proceso le posibilitaría acceder al Ciclo Terminal de la Educación Media, cuyo propósito es AFIANZAR Y CONSOLIDAR, en forma armónica y sistemática, el desarrollo pleno e integral de las potencialidades propias de cada una de las dimensiones de la personalidad del estudiante (afectiva, cognitiva y espiritual); de manera tal que, una vez egresado, se encuentre capacitado ya sea, para proseguir su formación superior en forma eficiente y satisfactoria, o bien, para ejecutar una obra o un trabajo en forma lúcida y responsable, a través de lo cual, indistintamente pueda materializar un proyecto vocacional. La continuidad del proceso educativo es natural, lógico y necesario; en él la Filosofía como Asignatura Escolar, aparece proponiendo un conjunto de principios cognoscitivos que globalizan y dan unidad a la diversidad, brindándole al estudiante la posibilidad de integrar unitaria y consistentemente el conocimiento proveniente de las múltiples áreas del saber, y descubrir, en último término, la armonía coherente que subyace en lo que aparentemente es diverso y aún contradictorio: las ciencias y las humanidades, el cálculo y la poesía, lo experimental y lo especulativo; por otra parte, lo inicia inevitablemente en el autoconocimiento de sí mismo, de sus afectos, de sus motivaciones, de sus valores y principios.

En consecuencia, los objetivos y actividades del Programa de Estudios de la Asignatura de Filosofía se insertan en este contexto. Todo su esfuerzo docente se concentra en la promoción de objetivos educacionales que son de directa competencia dé la Asignatura, pero a la vez contribuye, teórica y sistemáticamente, en la racionalización y enriquecimiento del proceso educativo global del estudiante definido por las tareas de desarrollo reservadas para el Ciclo Terminal de la Educación Media.

De lo dicho se sigue, que la Asignatura de Filosofía en el Nivel de Tercer Año de la Educación Media tiene como propósito AFIANZAR los niveles de dominio cognoscitivo, el equilibrio en la expresión afectiva y el desarrollo de la capacidad valorativa logrados por el estudiante durante el proceso educativo previo, y ante un eventual déficit de conductas requeridas para las exigencias del Nivel, generar los espacios y las estrategias educativas necesarias para solventar, en la medida de lo posible, tales conductas y así dar continuidad al proceso educativo.

Una vez que el dominio conductual de las áreas referidas ha sido afianzado, es decir, se ha revisado, ajustado y reforzado, se accede a una segunda etapa definida por el propósito fundamental de la Asignatura para el Nivel de Cuarto Año de la Educación Media, cual es CONSOLIDAR el desarrollo y la formación plena e integral del estudiante, acorde con su nivel escolar y según los objetivos Educacionales Terminales de la Educación Media. En este Nivel se le entregan al estudiante los elementos que le permitirán consumar su desarrollo cognoscitivo antes de iniciar un período de formación superior; se ponen a su disposición un conjunto de recursos teóricos y epistemológicos que le permitirán formalizar consistentemente sus tendencias intelectuales, brindándole coherencia y sistematicidad a su saber y pensar, por otra parte, podrá abordar críticamente enfoques interpretativos del valor y lo moral; ello le facilitará la estructuración de su conciencia moral y valorativa en función de sólidos principios que legitimen su acción, proyectándose así con lucidez y autenticidad en su entorno socio-cultural.

En suma, se puede inferir que la articulación del programa de Estudios de la Asignatura de Filosofía en dos niveles no es arbitraria ni antojadiza; está lógicamente fundada en una visión sistémica del proceso educativo, asentada en un modelo curricular cognitivo centrado en la persona. La opción teórica por este modelo curricular se sigue de la naturaleza misma de la Asignatura, pero ello no va en desmedro de las dimensiones afectiva y social que configuran la personalidad del estudiante, puesto que la Idea de Hombre que subyace en el quehacer docente de la Asignatura se inscribe en el ethos y en el logos del Humanismo; es decir, se concibe al hombre como persona, quien despliega sus potencialidades como una totalidad integral, autopoiética y compleja que interactúa en un entorno socio-cultural y ecológico. Se define al hombre concreto como un ser posible en situación de búsqueda de sentido, artífice de su propio destino, cuya actualización de potencialidades le dan una identidad inédita y digna, desplegándose así la configuración de un ser unitario, vital y espiritualmente integrado. En suma. la definición de los Objetivos Educacionales del Programa de Estudios de la Asignatura de Filosofía, estructurado orgánicamente como se ha descrito, es congruente y se hace partícipe en el logro de los objetivos educacionales del Instituto Nacional.

PROPOSITOS:

De la Naturaleza de la Filosofía y de sus tareas como Asignatura Escolar.

La Filosofía como disciplina teórica es un cuerpo sistemático de ideas, cuya pretensión es la de configurar una cosmovisión comprensivo-explicativa que dé cuenta integralmente de la realidad. Radicalmente es una tendencia cognoscitiva natural del hombre, que brota de la necesidad de comprender su condición esencialmente problemática y develar tanto la estructura de la naturaleza en su devenir y regularidad, así como el misterio trascendental de lo absoluto, el que se constituiría en el fundamento último de todo lo que hay. En suma, comprender es la tarea de la Filosofía y por ende del filósofo. Sin embargo, el origen de la Filosofía, el filosofar mismo, surge del hombre en circunstancia, de su dimensión más íntima y personal carente de sentido; brota de su existencia fáctica y no puramente teórica, cuando enfrentado a situaciones límites descubre la condición menesterosa de su ser: la carencia de un sentido y un significado explícitos para su existencia, además de la soledad consustancial a ella. Esta evidencia, cuando es radical y no se la escamotea, provoca asombro, duda, angustia: vivencias que se constituyen en los motivos fundacionales de todo pensar filosófico (y quizás de toda tendencia cognoscitiva), cuyo propósito es desatar el nudo de la existencia humana y su mundo posible, oscurecida por el misterio. Sólo el reconocimiento auténtico de una radical ignorancia pone de manifiesto las preguntas que interrogan por la condición última de este ser posible dotado de autoconciencia: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su origen? ¿Cuál es su destino?; preguntas que son ya lugares comunes, pero que indudablemente ponen de manifiesto los problemas cruciales de la Filosofía.

El hombre se devela ante sí como una incógnita y una búsqueda de su propia originalidad, evidenciando una naturaleza esencialmente abierta: un proyecto de ser animado por la esperanza de una vocación, la motivación de un llegar a ser y un posible hacer. Reconocer y asumir esta condición humana se constituye en una tarea intransferible, que debe resolver cada hombre como persona, haciéndose por ello responsable y constructor de su propio destino, por ende del nacimiento de una persona universalmente inédita: un microcosmos que tiende al despliegue de todas sus potencialidades. Desde esta perspectiva se recobra el carácter originario de la Filosofía al constituirse en una reflexión de la vida cotidiana; puesto que ella es el tema y en ella encontramos los problemas que debe intentar dilucidar primariamente el hombre; por lo tanto, la explanación de la Filosofía debe partir naturalmente por lo primero: el análisis de la condición humana.

En efecto, en la vida cotidiana encontramos la cuestión del pensar comprensivo llevado al límite de la pregunta y de la respuesta; en este sentido se recupera una antigua afirmación platónica; "La Filosofía es el diálogo del alma consigo misma”. Es la reflexión íntima del hombre enfrentado a su situación vital, que hace más lúcido su mirar y, probablemente, más hospitalario su estar en el mundo y entre los hombres. Filosofar es la comprensión racional de la experiencia que supone el descubrimiento de la experiencia común que nos lleva al encuentro con la época y al diálogo con los hombres; somos hijos de nuestro tiempo y ello nos impone una tarea comunitaria: la rehumanización del hombre y la cultura, así como la recuperación del equilibrio ecológico planetario, e incluso cósmico. Tarea que converge en cada hombre por su condición ética y social, cuya exigencia histórica y vital la transforma en un desafío suprapersonal que compromete el futuro de toda la humanidad.

Según este contexto, la Filosofía como Asignatura Escolar tiene como finalidad brindar al estudiante los elementos de juicio que le faciliten la búsqueda de su propia identidad existencial y le permitan, en la medida de lo posible, resolver su incógnita vital asumiendo los desafíos y compromisos que demanda su futuro individual y colectivo. De esta manera, podrá ir forjando libre y racionalmente, una visión de mundo inspirada en los modos de ser y de pensar, así como en los valores de la tradición occidental, cuya expresión más elevada la encontramos en las modulaciones del Humanismo, en el espíritu del Cristianismo y en el proyecto histórico de la Modernidad, sin desconocer la notable influencia que las culturas orientales han ejercido sobre occidente. Esta es la motivación esencial de la Filosofía como Asignatura Escolar; de ella se infieren y definen Tres Tareas Fundamentales e ineludibles para el quehacer docente que la tenga por objeto.

En primer lugar, la Filosofía debe FORMAR. Históricamente esta disciplina ha desarrollado un cuerpo sistemático de ideas y conocimientos, configurando con ello múltiples cosmovisiones interpretativas de la realidad, que intentan dar respuesta a las cuestiones fundamentales del hombre y su mundo. En efecto, en las doctrinas filosóficas encontramos modos de ser y pensar, valores y pautas de comportamiento moral, que en algunos casos se alzan paradigmáticamente ante los hombres de distintas épocas guiando su acción; por ello estos sistemas conceptuales pueden ser repensados y así revitalizar e iluminar las aporías de nuestro contexto teórico e histórico-social. En suma, la Filosofía proporciona un conjunto de principios que pueden servir de base para la elaboración de respuestas a las exigencias vitales de nuestra época: los problemas en que se debate el hombre contemporáneo.

La idea de formación lleva implícita la exigencia del desarrollo de un pensar reflexivo y crítico, creativo y constructivo; es decir, un pensar que pueda poner en evidencia los supuestos y limitaciones de una idea o doctrina; sin embargo, para ello es necesario contar con los recursos teóricos suficientes para generar visiones conceptuales originales, replantear problemas y proporcionar soluciones a cuestiones que permanecen no resueltas. Formar es aspirar, fundadamente, al desarrollo cognoscitivo e intelectual del estudiante, en forma integral, sin menoscabo de sus dimensiones afectiva, moral y social; la formación del hombre supone un ser unitario y digno: una persona. En este proceso formativo el acervo de las doctrinas filosóficas se constituye en un medio necesario para la excelencia de la reflexión analítico-crítico-creativa; es más, todo trabajo intelectualmente serio y riguroso en el ámbito de la Ciencia supone un dominio significativo de esto que es la Filosofía; de la articulación sistemática de sus conceptos esenciales y de la dialéctica de sus hitos históricos más relevantes; de su presencia subyacente en los conceptos fundamentales de las teorías científicas y su estructuración axiomática, la misma que se manifiesta en el arte y en la conceptualización teológica de la mística religiosa; en suma, de la consumación enciclopédica del saber absoluto. En este sentido, no es casual que los fundadores del pensar especulativo hayan concebido á la Filosofía como la más elevada PAIDEIA: la formación integral del hombre.

En segundo lugar, la Filosofía debe INTEGRAR. Es una tarea ineludible de esta disciplina la integración conceptual de las distintas modalidades de conocimiento. Es una exigencia que surge de la necesidad de buscar unidad en los elementos que, subyacen en los distintos modos de conocer y de aproximarse a la realidad humana, natural y divina. Dicho de otro modo, la Filosofía debe procurar mostrar la unidad de sentido y significado que hay tras la diversidad, siendo esta unidad la que hace comprensible y le da una finalidad a la realidad a partir de una lectura radical de su estructura fundamental. Esta visión de la realidad como totalidad integrada que muestra la Filosofía, con el aporte invaluable de la Ciencia, es algo muy distinto de toda visión sincrética y reduccionista propia de la razón utópica o de la iluminación esotérica, cuyo destino final es el dogmatismo, lo que se aleja sustancialmente del pensar filosófico en su sentido más prístino: la búsqueda de la verdad.

Integrar significa en este caso, una armonización real y consistente del conocimiento que se origina de fuentes diferentes, que concilia en un todo coherente lo experimental y lo especulativo, dando como resultado una visión de mundo abierta y dinámica producto de la síntesis complementaria de la explicación y de la comprensión. Distintos son los modos de aproximación a la realidad, así como las lecturas que se hagan de ella; son irreductibles pero no excluyentes, pues la tolerancia y la honestidad intelectual ante los hechos hacen posible una integración entre lo teórico y lo práctico, como también, eventualmente, entre la razón y la fe. En definitiva, la integración del conocimiento que propicia la Filosofía tiene como finalidad la búsqueda de respuestas a las interrogantes del hombre, quien aspira encontrar una certeza integral y absoluta que le dé un sentido y un significado a su menesterosa existencia.

En tercer lugar, la Filosofía debe ORIENTAR. Esta función supone el discernimiento y la elección entre visiones conceptuales que muchas veces son excluyentes y contradictorias; el sano eclecticismo se diluye ante cuestiones radicales y límites. La justa resolución de esta cuestión no es nada fácil, en la medida en que el gesto filosófico auténtico excluye el proselitismo; por el contrario, promueve la auto-afirmación personal mediante el libre ejercicio de la razón. Sin embargo, en este ámbito la neutralidad teórica y ética del educador se tropieza con su mayor dificultad, puesto que el mero uso del lenguaje conlleva una intencionalidad enmascarada, que atenta contra la imparcialidad descriptiva y valórica de un determinado estado de cosas; puesto qué a través de las palabras se infiltra una visión de mundo asumida que determina o prejuicia el discurso.

Las opciones filosóficas suponen una idea de hombre, de su historia, de su destino, y este sentido el espectro de posibilidades es amplio, que va de las concepciones puramente contemplativas a las que definen proyectos de transformación de la realidad; es por ello que la función orientadora de la Filosofía deberá desplegarse teniendo siempre presente, como principio fundamental que guíe su acción educativa, el concepto de persona con respeto a su dignidad, a sus opciones y la toda la irreductible sustancialidad ética que encarna, asociada a todos los valores que universalmente se le atribuyen. De esta manera, será el estudiante quien finalmente determine, luego de una exposición teórica intelectualmente honesta, su propia opción en el amplio espectro de cosmovisiones que le brinda la Filosofía y su historia de ideas, figuras y locuras.

Orientar significa en este caso, procurar en el estudiante una toma de conciencia y no una concientización, puesto que la Filosofía en su significación originaria es, como ya se dijo, "La búsqueda de la verdad y no la posesión de ella"; sólo de esta manera será posible el descubrimiento de caminos; de sendas perdidas en el laberinto que pueden posibilitar el encuentro personal del estudiante consigo mismo y de un auténtico sentido significativo de su existencia. La tarea es intransferible, cada hombre, en este caso el estudiante dando sus primeros pasos en ello, consciente de su situación personal, de su entorno cultural y de su momento histórico, la deberá llevar a cabo; el resultado es imprevisible, no hay certeza de lo que resulte, pero no hay alternativa: cada hombre debe forjar su propio proyecto de vida con la aspiración intrínseca de su realización. Esta función de la Filosofía como Asignatura Escolar, supone un sólido principio de honestidad intelectual y moral de parte del educador; puesto que la tarea de la Asignatura, como se puede inferir, no es enseñar Filosofía, es decir, una doctrina internalizada y quizás cristalizada; sino enseñar a filosofar. Ello implica que el estudiante debe asumir un rol activo en su apren¬dizaje fundamental: aprender a ser y por ende a pensar reflexiva, crítica y creativamente de modo coherente y sistemático, puesto que el propósito de la Asignatura no es el de entregar una verdad, sino iniciar al estudiante en la búsqueda de la verdad. Esta búsqueda provocará un efecto inevitable: en cada caso el estudiante irá descubriendo y afirmando su identidad personal, situándose críticamente ante el momento histórico-cultural en que se despliega su existencia; pero también creativamente, en procura de definir y asumir sus tareas, su rol y su vocación con autenticidad en una sociedad de personas.

Ciertamente la función orientadora de la Filosofía como Asignatura Escolar supone una opción filosófica subyacente en un Programa de Estudios; ella es innegable. Es una opción por el hombre y un ideal histórico concreto: la pretensión de reivindicar la bondad de su naturaleza, tal vez caída, pero que puede procurar la reconciliación consigo mismo, la naturaleza y la historia. Esta opción filosófica entraña una visión optimista tanto del hombre y su destino, como de la humanidad toda, sin desconocer sus miserias, sufrimientos y fracasos, pero con una condición esencial fundamental: su tendencia natural hacia el bien, .la verdad y la belleza. Es esta una mirada realista que concibe al hombre como la epifanía de las posibilidades de su ser posible, que mira hacia el futuro, no sin dudas ni temores, pero aceptando con heroísmo y esperanza el riesgo de vivir. Esto significa afirmar un auténtico HUMANISMO, que se traduce en la promoción de una visión del hombre como persona, con todas las potencialidades y valores que encarna: un ser libre y autopoiético, por ende protagonista y artífice de la historia y su destino; como el eje sustantivo y vital de toda cosmovisión y de toda praxis, sea ésta filosófica, científica, política o religiosa.

En efecto, el Humanismo como proyecto de esperanza es la opción y la propuesta. pero lejos de ser una doctrina es fundamentalmente un modo de vida que asume el compromiso de personalizar el centro antropológico de todo devenir histórico y ethos cultural; que se traduce en la promoción de la libertad, la justicia y la fraternidad, posibilitando así una síntesis valórica sobre la cual se funde la dignidad de la persona, constituyéndose ésta en la medida irreductible de todas las cosas en la polis humana, situando, sin soberbia, al hombre en el centro mismo de toda realidad.

Humanismo es, en último término, asumir integralmente la condición humana: éste es el desafío colectivo del hombre contemporáneo, pero, no obstante, siempre una tarea personal que pasa por el descubrimiento de las incógnitas cruciales de la existencia y el reconocimiento radical de la propia ignorancia; éste es el punto de partida del auténtico saber y que determina el advenimiento de la edad de la razón, puesto que el hombre con su espíritu y la mediación del logos, procura penetrar la estructura de las cosas intentando develar los misterios del Universo, iniciándose así en la búsqueda perenne de la Verdad; de esa Verdad que hará a los hombres libres. Sin embargo, para encontrarla "No hay camino, se hace camino al andar" en un laberinto que nos evidencia la experiencia del límite; esto es primariamente el filosofar y la condición última de la Filosofía, que en palabras de Platón es "La ciencia de los hombres libres"; que no es otra cosa que la búsqueda de la autodeterminación personal.

En suma, éstas son las tres tareas fundamentales de la Filosofía como Asignatura Escolar: FORMAR, INTEGRAR y ORIENTAR; en ellas se juega todo el sentido y el significado de su quehacer en el curriculum escolar. De lo dicho se puede inferir fundadamente que el propósito medular de esta Asignatura se sigue de la naturaleza misma de la Filosofía, en función del cual se organizan todas las actividades de aprendizaje tendientes a consolidar el ejercicio de las conductas del dominio cognoscitivo y su correlato afectivo; variables gravitantes en la formación plena e integral del estudiante cómo persona. A ello se subordina el desarrollo y uso de las estructuras racionales de pensamiento, expresadas en un pensar sistemático y reflexivo, crítico y creativo, aplicadas en el análisis de los productos del conocimiento teórico, y en general de cualquier manifestación espiritual e histórico-cultural, como base sustantiva y operacional para la definición de la identidad personal del estudiante.

Cabe señalar, por último, que la organización estructural del Programa de Estudios de la Asignatura de Filosofía es de carácter eminentemente funcional; es decir, los elementos que lo configuran no tienen un fin en sí mismos, sino que básica¬mente son un medio posible, por ende perfeccionable, para lograr los objetivos educacionales programados, cuya actualización incluso puede trascender a las posibilidades de una planificación escolar, ya que éstos no sólo son lo que se puede considerar como los objetivos educacionales de una asignatura escolar, sino que además se constituyen en una actitud posible ante la existencia, que por cierto no es la única. Sin embargo, este Programa de Estudios tiene, como se puede inferir por lo dicho, un propósito explícito, cual es contribuir en el desarrollo de una mentalidad vitalmente racional ante la existencia; ello no está condicionado por política educacional alguna, sino que ello se deduce, como lo podemos constatar en la experiencia histórica de la disciplina contenida en los textos clásicos, de la condición originaria y esencial de la Filosofía misma. En conclusión, el Programa de Estudios de la Asignatura de Filosofía está articulado por las tres tareas enunciadas, fundamentales en su quehacer educativo; de ellas se deduce el sentido y el significado de su estructura orgánica, así como la consistencia y la solvencia teórica que presenta.


PROPUESTA
Programa de la Asignatura de Filosofía
Tercero y Cuarto Años la Educación Media

Plan de Formación General

Considerando que Filosofía es una Asignatura del Ciclo Terminal de la Educación Media, su quehacer docente está orientado, temática y metodológicamente, al desarrollo de conductas eficaces y eficientes en las áreas intelectual y valorativa, acordes al nivel de desarrollo escolar del estudiante. En consecuencia, se definen los siguientes objetivos Terminales hacia los cuales tienden todas las actividades de aprendizaje pre¬vistas en este programa de Estudios de la Asignatura de Filosofía para el Plan de Formación General de Tercero y Cuarto Año de la Educación Media Humanístico Científica:

Objetivos Terminales:

• Afianzar el desarrollo y la consolidación del ejercicio de un pensar de naturaleza crítico, coherente y sistemáticos sobre la base de principios cognoscitivos y una visión humanista e integral del hombre.
• Afianzar el desarrollo de una conciencia moral y valorativa sobre la base de los principios éticos del humanismo.
• Afianzar la consolidación del desarrollo integral de la personalidad del estudiante para un ajuste armónico de su comportamiento en su entorno socio-cultural y ecológico.

Unidades Temáticas:

Epistemología
Antropología filosófica.
Filosofía Política
Etica.