"La filosofía no es el arte de consolar a los tontos ... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios."

¿Apología del nihilismo?


¿Apología del nihilismo?
W. R. Darós CONICET

1. En general, se han distinguido tres actitudes ante lo posmoderno: a) la de aquellos que van a la zaga de la escuela neomarxista de Frankfort (Habermas, Derrida, Eco y otros) que critican la modernidad en aquello que le faltó llevar a cabo como proyecto moderno del Iluminismo. Para estos autores es necesario retomar el proyecto del Iluminismo. b) la de aquellos (Lyotard, Scarpetta, Vattimo y otros), unos más apocalípticos, otros, menos, que desencantados con el proyecto de la modernidad, ven al hombre contemporáneo como agobiado por la excesiva información que se cree capaz de dar sentido a las cosas y que, si se las analiza en sí mismas, se las advierte carentes de sentido, convertidas en puro evento, acaecer. Para este grupo, este es el mundo en el hay que estar, librado ya de las alienaciones metafísicas, todo lo cual es considerado una alternativa positiva. c) la tercera actitud es la de aquellos (R. Steuckers, G. Fernández de la Mora, M. Tarchi, P. Ricouer, G. Lochi y otros) que critican y rechazan a la modernidad en su totalidad. [Nota 27]

La filosofía de M. F. Sciacca no cuadra con ninguna de estas tres actitudes respecto de la modernidad, pues si bien critica y rechaza el inmanentismo moderno e iluminista, no está desencantado con todos sus valores: admite algunos de ellos, como el valor de la ciencia moderna, el análisis de la conciencia, etc. Por otro lado, no desea que se prosiga y culmine el proyecto inmanentista de la modernidad, por ir contra de la naturaleza del hombre, porque el hombre es naturalmente transnatural. [Nota 28]

Gianni Vattimo, por su parte, se presenta hoy como un acérrimo defensor de la filosofía posmoderna. Tras una personal lectura de Nietzsche y de Heidegger, Vattimo "toma críticamente distancia respecto del pensamiento occidental en cuanto pensamiento del fundamento". [Nota 29]

Mas esta crítica se hace sin otro criterio fundante más verdadero. En lugar de la metafísica hay que instalar la "edad posmetafisica que es la posmodernidad". En lugar del ser con "sus estructuras estable?, con "sus certezas no precaria?, hay que ubicar la nada (entendida no como lo opuesto al ser, ni como un nuevo objeto metafísico, sino como un vaciamiento del ser, como un ser débil, infundado; como puro acaecer).

La filosofía, en consecuencia, debe "fundarse” sobre la actividad interpretativa del acaecer del ser" [Nota 30]; pero de una interpretación no verdadera, firme, fundante 2 sino distorsionante, creativa como lo es toda verdadera interpretación. Por ello, la filosofía posmoderna es la hermenéutica nihilista, que no se propone probar ni fundar valores ni antivalores (ni el ser ni la nada como estructura firme); sino relatar el acaecimiento de/ debilitamiento de todos ellos, sin pretensión de objetividad.

2. Vattimo no teme, pues, hacer la "apología del nihilismo". Mas por nihilismo no debe entenderse, según este autor, la nada absoluta, total o metafísica, sino el debilitamiento del ser fundante de la metafísica tradicional. El nihilismo es la "situación en la cual el hombre abandona el centro para dirigirse a la V. El hombre posmoderno ha comprendido que no hay sentido, porque no hay fundamento metafísico: "del ser como tal ya no queda nada" [Nota 31] la nada es la ausencia de esencias, de estructuras profundas, de objetos, de entes, de ley necesaria. la nada no es, pues, en la concepción de Vattimo, la nada en absoluto: sino el anuncio de valores históricos, de configuracione simbólicas, de trazos de vida, anuncios, mensajes, evento, acaecer. [Nota 32]

En la conceptualización de Heidegger, según Vattimo, "el nihilismo sería la indebida pretensión de que el ser, en lugar de subsistir de manera autónoma, independiente y propia, esté en poder del sujeto". [Nota 33] Pero Vattimo se inclina, en este punto, por la concepción que Nietzsche hace del nihilismo: el nihilismo significa aceptar la muerte de Dios en nuestra cultura y, con ello, el vaciamiento de los valores supremos. Ahora los valores pueden convertirse y transformarse, por obra de indefinidos procesos, en otros valores donde la retórica y la estética sustituyen a la lógica y hacen ver el "carácter superfluo de los valores últimos": he aquí la raíz del nihilismo consumado. [Nota 34]

Por estas y otras expresiones, la mayoría de los filósofos inscribirían a Vattimo entre los filósofos historicistas o subjetivistas; pero él estima estar más allá de ellas, pues estas filosofías creen aún en algún sentido de la historia o del hombre en cuanto sujeto creador de la historia.

3. Uno de los valores que asume, sin embargo, la posmodernidad es el de la promoción de lo humano. No obstante, en la posmodernidad "no todo se acepta como camino de promoción de lo humano". [Nota 35] Esta promoción implica discernir y elegir, sobre la base del análisis estético y retórico, lo que la sociedad ofrece como campo de posibilidades a lo humano. Este es "un modo, tal vez “débil”, de hacer la experiencia de la verdad". [Nota 36]

Según Vattimo, lo que la posmodernidad propone es la promoción de lo humano sin un nuevo humanismo: Ia posibilidad capaz de facilitar verdaderamente todas las otras posibilidades que constituyen la existencia". [Nota 37] Una de estas posibilidades nuevas se halla en advertir que la "movilidad de lo simbólico" constituye nuestra realidad.

Los grandes valores del humanismo (el ser, la verdad, la bondad, etc.) son sólo fábulas, sagas, mensajes transmitidos. No hay que seguir interpretando las fábulas como verdades, sino "vivir la experiencia fabulizada de la realidad, experiencia que es también nuestra única posibilidad de libertad". [Nota 38]

4. El ateísmo clásico, expresado por Feuerbach, según Vattimo, admitía la muerte de Dios pero para que el hombre asumiese su lugar. En este contexto, el humanismo fue una divinización del hombre, una reapropiación por parte del hombre de una esencia suya alienada en el ídolo de lo divino.

Hoy, en la posmodernidad, la relación entre humanismo y la muerte de Dios, significa un ateísmo sin reapropiación de lo divino, y sin "apelación a un fundamento trascendente". Vattimo admite abiertamente que Ia verdadera sustancia de la crisis del humanismo es la muerte de Dios". [Nota 39] Esta muerte de Dios es un hecho social: de hecho, "Ia época en que habitamos está dejando de vivir metafísicamente". En realidad, no se puede probar ni negar que el hombre tiene una dimensión metafísica (lo que significaría admitir ya la metafísica). lo que puede hacerse -lo que hace Vattimo- es una interpretación narrativa de la historia de nuestra cultura, crecientemente indiferente a lo metafísico, y constatar distorsionadamente este hecho social. [Nota 40]

"Dios ha muerto. Aunque esta afirmación no era, y no ,pretendía ser, un enunciado metafísico descriptivo sobre la no existencia de Dios; era una interpretación narrativa de la historia de nuestra cultura, dirigida a mostrar que ya no era necesario, ni “moralmente” posible, creer en Dios". [Nota 41]

En el humanismo, el hombre conserva su posición de centro; pero en la posmodernidad, el hombre ya no es el centro: se dirige hacia una incógnita o X, o más bien no se dirige a nada.

5. En realidad, el humanismo ha llevado, según Vattimo, a la deshumanización del hombre, sea eclipsando los ideales humanistas de la cultura en favor de una formación del hombre en las ciencias y técnicas racionalmente productivas, sea racionalizando todo en la organización social y política. [Nota 42] Oswald Spengler (1918) y luego Ernst Jünger (1932) admitieron que nuestra civilización había llegado al ocaso pues nuestras actividades ya no son las de la creación, propias de la edad juvenil, sino la de la organización técnica, científica, económica que culminan con el establecimiento de un dominio que, en última instancia, es militar.

De todos modos, en los rasgos de la técnica como en los de la metafísica o del humanismo, se revela lo mismo: la búsqueda de fundamento que asegura a la razón y del cual la razón se asegura. [Nota 43]

"El humanismo de la tradición metafísica tiene también un carácter represivo y ascético que se intensifica en el pensamiento moderno cuanto más se modela la subjetividad según la objetividad científica y cuanto más se convierte en función pura". [Nota 44]

6. El humanismo es la doctrina que asigna al hombre el papel de sujeto consciente, de fundamento de sí; pero Vattimo estima que cualquier búsqueda de fundamento es metafísica y está cargada de violencia.

Por otra parte, el sujeto es una máscara, una fábula transmitida. la cura del humanismo está hoy en un "adelgazamiento del sujeto". Este ya no tiene importancia: es presencia-ausencia, en una sociedad transformada cada vez más en un muy sensible organismo de comunicación. [Nota 45]

7. la modernidad llega a su disolución "mediante la radicalización de las mismas tendencias que la constituyen". [Nota 46] En este sentido, la posmodernidad es una prolongación de la modernidad pero con disolución de las exigencias de la misma. la verdad es un valor que se diluye; el conocimiento se convierte en metáfora; justicia es la palabra impuesta por las convenciones sociales; "Dios es un error del que en lo sucesivo se puede prescindir". [Nota 47] En resumen, la posmodernidad es la época de la ausencia de fundamento, sin que nos lamentemos por ello. Por eso, no se sale de la modernidad con la crítica, o con un nuevo fundamento o con un nuevo humanismo, sino con ninguno, prescindiendo de ellos. Ya no hay un mundo verdadero: éste se ha convertido en fábula. En este contexto, el sentido de los modelos sociales, propios de la educación heterónoma, pierden su seriedad. [Nota 48]

Hoy se trata de vivir hasta el fondo la experiencia de la necesidad del error y de vivir el incierto errar con una actitud diferente: como la de un hombre de buen temperamento. [Nota 49]

8. Mas el hombre posmoderno ha dejado de ser sujeto, se ha vaciado y convertido en máscara.

"Máscara es ante todo el mismo “sujeto” que, aun después de la revelación de sus vínculos con la lógica U dominio, se encuentra en el centro de todo este mundo de los símbolos liberados y del proceso de interpretación infinita... la “reducción”, de hecho a interpretación (todo hecho es una interpretación), se extiende a la noción misma de sujeto (el sujeto no es un hecho sino una interpretación): cuando se muestra el carácter interpretativo que constituye los hechos como tales, la tendencia es decir todo es subjetivo". [Nota 50]

El sujeto desaparece ante el torbellino de las interpretaciones, las cuales (al no tener referencias objetivas) permanecen en el estamento de meras interpretaciones de interpretaciones. Sin verdad, sin valor alguno absoluto, el hombre queda reducido a comediante en el gran teatro del mundo; queda nulificado el hombre, banalizadas las pretensiones de libertad, de iniciativa, de valor de la historia. Sólo permanece una libertad débil: la de los mensajes, no tomados con la seriedad de las ideologías, sino como la libertad estética de los símbolos.

9. El hombre posmoderno goza de una nueva movilidad y creatividad que caracteriza el final de la astucia de la razón. Esta movilidad debe pensarse en el marco de la nueva seguridad precaria que la ciencia y la técnica de la comunicación pone a su disposición. En este clima surge un hombre diferente del antiguo, el cual fue inconsciente de los factores sociales y políticos que estaban en juego.

Vattimo estima que el hombre de la posmodernidad es un ultrahombre: no el superhombre violento de cierta interpretación de Nietzsche. "El ultrahombre pertenece al mundo técnico-científico", donde "sólo la ciencia y la técnica le garantizan el marco de seguridad externa dentro del cual puede liquidar todas las estructuras, íntimas y externas, del dominio". [Nota 51]

Claro está que la ciencia no es un nuevo fetiche que se erige en conocimiento único y definitivo de la realidad, pues en este caso se "caería en los defectos de la metafísica". la ciencia no debe establecer una determinada ficción como realidad, sino ayudarnos a reconocer que la realidad es ficción.

10. El hombre debe inventar su sentido: no debe dejar que el mundo económico lo reduzca a un factor económico. Hay que combatir el optimismo económico, incluso bajo el aspecto de consumismo. Los gastos de todos totalizan una pérdida: una pérdida de sentido. El hombre no sabe para qué sirve este enorme proceso y se ha masificado. Ya no existe una razón técnico-económica para que sea necesaria la supervivencia del hombre masificado. "El ultrahombre debe distinguirse para poder constituirse". [Nota 52]

La forma de distinguirse no consiste en establecer una nueva lógica. "El nihilista no cree en la construcción del ser lógico". [Nota 53] El ultrahombre es un nihilista que no se queda en la contemplación de la vanidad de las cosas, sino es activo constructor de un mundo plural de símbolos que es su realidad. De este modo establece su diferencia. Sin esta actividad el hombre no es hombre; pero con un exceso de esta actividad el hombre se enferma. [Nota 54]

11. El hombre debe salvar la libertad de su espíritu y esto se consigue teniendo presente al artista. El arte es una forma en que el espíritu "se mueve en el mundo de la pura apariencia".

El hombre posmoderno vive una realidad de símbolos y tiene una moral débil respecto a la verdad y a la ciencia; pero se salva salvando Io fantástico, lo mítico, lo incierto, lo extremo, el sentido de lo simbólico". [Nota 55]

El ultrahombre no se disciplina ordenándose o estableciendo una jerarquía de valores, los cuales "no son otra cosa que posiciones de la voluntad de poder". [Nota 56] El ultrahombre tiende a la diferencia y a la pluralidad. Así va surgiendo el ser del hombre: porque el ser del hombre posmoderno es su acontecer, "su entretenerse en cada ocasión". [Nota 57] El hombre no es un ser que piensa y genera su propia conciencia: su pensar no tiene fundamento; su pensar es un hecho y un hecho es una interpretación. "Piensa fuera del dominio del principio de razón suficiente". [Nota 58] El ultrahombre no piensa fundamentando, sino rememorando y poniéndose en juego. Esto significa una liberación de las ataduras exclusivas del contexto histórico.

¿El nihilismo nos "educa" en el inmanentismo?

12. Mas en este contexto de la filosofía de Vattimo, la subjetividad y libertad individual de decisión de los hombres no se compensa como una búsqueda de objetividad, de verdad. Por lo mismo, decrece la concepción de deber personal y social, y se extrapola la concepción de los derechos subjetivos. la misma libertad (supremo valor en el sujeto) queda desvalorizada por falta de referente objetivo (el ser, la verdad, los valores objetivos) en relación a lo cual y para lo cual se es libre.

En el juego de una libertad individual sin referentes objetivos y sociales, cada uno se reconoce libre y vive en primer lugar para sí mismo, generándose una época de un narcisismo creciente. [Nota 59] Ya no se considera valiosa una profesión, el matrimonio, la educación de los hijos, la búsqueda de la verdad, sino la espontaneidad de la expresión, que es confundida con la libertad humana. En todas partes, la autodeterminación, confundida con la autonomía (el poder absolutizado de ponerse las propias leyes), se paga con un desequilibrio personal y social, que es lo opuesto a una concepción integral de la filosofía, de la persona y de la educación.

13. En los juegos sociales y de lenguaje, surge una tradición histórica que constituye el horizonte de sentido y de comunicación del hombre. Ello constituye la base para un improbable retorno a lo absoluto o infinito, de modo que el ser humano aparece como la existencia abismal-infundada. [Nota 60] "No se puede decir que haya una esencia del hombre", [Nota 61] sino que el hombre es más bien caos, ausencia de distinciones. En el ámbito de la muerte de Dios y de la falta de objetividad de los valores, el ultrahombre trata de vivir sin neurosis este hecho, tratando de sostener su existencia oscilante y su mortalidad con buen carácter. [Nota 62]

El ultrahombre no necesita ni apropiarse de ideales absolutos, ni expropiarse de valores alienantes, sino liberarse reapropiando su mundo de símbolos, reinterpretándolos. Queda claro que no se trata de una sería interpretación de la que somos responsables, "porque debemos darnos cuenta que del sujeto, de la responsabilidad, de las causas, no creemos ya ni una palabra... Se trata de juegos de palabras, un efecto del lenguaje como es el sujeto mismo". [Nota 63]

14. En la realidad, hoy el hombre está en juego. Esto hace de la realidad algo complejo, resultado de juegos interpretativos, en los que a los hombres sólo les cabe proseguir soñando, sabiendo que están soñando. [Nota 64] Se trata de educarnos, esto es, de estar presentes a los mensajes de nuestra época; de ser capaces de interpretarlos, de escucharlos con atención devota, pero sin absolutizarlos.

"Pensar el ser significa escuchar los mensajes que provienen de tales épocas, y aquellos, además, que provienen de los otros, de los contemporáneos: las culturas de los grupos, los lenguajes especializados, las culturas *otras” con que Occidente se encuentra en medio de su empresa de dominio y unificaci6n del planeta, las subculturas que comienzan a tomar la palabra desde el interior mismo de Occidente. Estos mensajes afectan al ser, constituyen su sentido -el sentido del término ser, del término realidad- tal como se da a nosotros y a nuestra concreta experiencia de hoy". [Nota 65]

Estos mensajes -objeto de la ontología posmetafísicano revelan ninguna esencia o estructura necesaria: anuncian solamente valores históricos, configuraciones de experiencia y formas simbólicas, huellas de la vida humana, dignas de consideración.

15. En un mundo sin sentido, educarnos en la posmodernidad significa prepararnos para dar sentido, esto es, para "recoger (enlazar) en una unidad articulada múltiples aspectos de la experiencia". [Nota 66] Pero no se trata de fundamentar, de dar forma secularizada a la exigencia metafísica, sino sólo de rememorar, construyendo, reconstruyendo distorsionadamente la continuidad entre presente y pasado.

Educarnos, en el contexto de la posmodernidad según Vattimo, significa hacernos capaces de realizar la transmisión histórica de las formas, los valores, los lenguajes, los “errores” que nos ha legado la humanidad del pasado: "Este es el único “ser” que nos es dado encontrar, a nosotros y en el mundo". [Nota 67] En esa transmisión, recordamos, reinterpretamos, lo que quiere decir asumir esa realidad también "como posible guía para nuestras expectativas y opciones".

Educarnos es dialogar, interpretar, nada neutral, sino ponernos en juego y salir modificados. Allí la verdad es el horizonte común que se pone en juego en el diálogo y puede modificar incluso el horizonte mismo. Educarnos y dialogar es comprometerse; [Nota 68] pero comprometerse con el propio diálogo, no con una visión lineal o circular de la historia humana. La actitud del hombre educado es la propia de una actitud irónico-hermenéutico-distorsionante de la historia con ayuda de una imaginación utópica: [Nota 69] sueña,, sabe que sueña pero también sabe que necesita seguir soñando si quiere seguir siendo hombre, dentro de un poshumanismo. [Nota 70] Mas ni siquiera toma muy en serio su propio sueño, pues sabe de la superficialidad del yo, sabiendo que él mismo es una interpretación, sobre todo a través del reconocimiento del juego de fuerzas de las relaciones sociales. [Nota 71]

La educación se reduce a una educación de la calle y para la calle, sujeta a los mensajes masivos, pero desde el reducto de cada uno. No se vive en la profundidad de una familia (de la cual sólo han quedado jirones dispersos por las angustias económicas y psicológicas), sino en los torbellinos de las calles de las megápolis, siendo, sin embargo, anónimo. Importa, pues, entender el ritmo, la velocidad, las multitudes como presencias, el conocimiento informativo y encapsulado (pues no hay tiempo) del presente y del pasado distorsionado, esto es, opinado. Educarse parece ser sinónimo, entonces, de un débil experienciar, de vivir en un mundo impactante de multitudes y de mensajes que nadie puede llegar a dominar, y de los cuales es necesario tomar una pausa mediante el zaping, saltando a esto o aquello con cierto placer mezclado con indiferencia.

16. En realidad, como no hay ningún fundamento trascendente, ningún orden objetivo dado, no hay lugar para educarnos a la obediencia, sino al diálogo, al consenso igualitario; ni siquiera hay lugar para una lógica egocrática. Educarnos significa reconocer que todos somos iguales, como un deseo sociológico de hecho, sin argumentos racionales, sin pretensión de violencia prepotente, porque este deseo no puede legitimarse por referencia a ningún orden objetivo.

La igualdad es una perfecta reciprocidad formal; mas ella no logra que uno pueda hacer valer ya sus propias “razones”, ya sus propios músculos. Sólo una razón educada éticamente, guiada por la pietas, puede en su escucha respetuosa, no utilizar la fuerza violenta, porque no tiene necesidad de principios extremos. [Nota 72]

17. Vattimo ha expresado claramente su opción por el inmanentismo. No hay que esperar ningún fundamento trascendente: ni en el sentido de un objeto firme, aunque finito, al que se pueda adecuar el pensamiento para ser verdadero; ni en el sentido de un ser infinito, del cual dependa el hombre.

Aunque Vattimo se remite con frecuencia a Heidegger, él distingue dos posibles interpretaciones de este filósofo alemán: A) La derecha heideggeriana que Vattimo no sigue y pone la cuestión del olvido del ser y la necesidad de volverlo a recordar, distinguiéndolo del ente. En este caso el tema del lugar abierto a la luz (Lightung) podría justificar una apertura no a los entes sino al ser; preparar el "retorno del ser", probablemente en la forma de una ontología apofántica, negativa, mística. [Nota 73] B) La izquierda heideggeriana, que Vattimo propone, “de la historia del ser como historia de un “Iargo adiós”, de un debilitamiento interminable del ser. En este caso, la superación de la metafísica se entiende únicamente como un acordarse del olvido, nunca como un volver a hacer presente el ser, ni mucho menos como término que siempre está más allá de toda formulación". [Nota 74]

18. Vattimo ha dejado clara su opción por el inmanentismo afirmando que el nihilismo no consiste en afirmar "ya no hay ser", lo que sería una metafísica negativa (el ser como presencia de la nada). El nihilismo no afirma un hecho acerca del ser; no describe un estado de hecho, sino que es interpretación sociológica y distorsionada de un hecho.

El ser, en última instancia, en la concepción de la filosofía clásica occidental, es Dios o la Verdad absoluta. Ahora bien después de Nietzsche ya no se puede decir que Dios no ha muerto. Es cierto que “no hay hechos, sólo interpretaciones; lo que es también una interpretación". De este modo, la filosofía de Vattimo termina siendo un intepretacionismo en el ámbito de la inmanencia del hombre interpretador (individual y socialmente considerado). Su ámbito es la doxa como lo fue para los sofistas. Como éstos, Vattimo filosofa tomando como ser lo que sucede: el evento, el acaecer, sin otro fundamento que el acaecer mismo. En este sentido, la muerte de Dios no puede considerarse como un hecho probado lógicamente, sino como una interpretación sociológica, esto es, de lo que ocurre en la sociedad.

"El anuncio de la muerte de Dios es realmente un anuncio: o, en otros términos, la anotación de un nuevo curso de eventos en que nos hallamos involucrados, que no describimos objetivamente, sino que interpretamos arriesgadamente como incluyéndose en el reconocimiento de que Dios ya no es necesario. la complejidad hermenéutica de todo esto estriba en que Dios ya no es necesario; se revela como una mentira (mentira, precisamente, sólo en cuanto superflua) a causa de las transformaciones que, en nuestra existencia individual y social, han sido inducidas precisamente por creer en él". [Nota 75]

19. Para Vattimo, la filosofía posmoderna que él profesa es hermenéutica; pero la hermenéutica no debe entenderse como la interpretación de un hecho, de modo que este hecho hace de punto de referencia para la interpretación y la hace verdadera o falsa. la hermenéutica es interpretación sin hechos, es anuncio distorsionado; es fabulación del mundo, sin valores objetivos, sin verdad objetiva: es más, sin sujeto ni objeto. Porque, para Vattimo, creer en un objeto es retornar a la metafísica, a la verdad y al inicio de un mundo violento, que en nombre de la verdad, suprime la libertad.

Mas ¿qué prueba puede ofrecer Vattimo como fundamento de su filosofía? Para Vattimo, no existe Grund; no hay fundamentos fuertes para nuestros conocimientos porque no hay un ser fuerte, sino un ser débil: eventos, narraciones, anuncios, mensajes que constituyen nuestra realidad. "Lo que el pensador hermenéutico ofrece como “prueba” de la propia teoría es una historia: ... pretende validez hasta la presentación de una interpretación competente que la desmienta; y no como una descripción objetiva de hechos". [Nota 76]

20. La "ontología débil", propuesta por Vattimo, es un nihilismo entendido como inmanentismo, algunas de cuyas características posmodernas son:

A) El pensamiento débil, entendido como fruición. El abandono de la idea que el pensamiento aferra un objeto y regula la función de verdad por él (no hay prioridad de la verdad como adecuación). El pensamiento es la fruición de revivir, en sentido estético, las formas del pasado, sin preparar ninguna transformación práctica de la realidad.

B) El pensamiento de la contaminación, esto es, de la interpretación distorsionada. La filosofía es un "saber explícitamente residual", con los caracteres de la "divulgación"; no con pretensión de fundamentar, sino de anunciar una verdad débil "cuya debilidad podría referirse a la ambigüedad de velar y develar que es propia de la Lightung heideggeriana". [Nota 77]

C) Una ontología débil cuyo objeto es la interpretación débil de los eventos. "La ontología se hace efectivamente hermenéutica" y en ella los conceptos metafísicos de sujeto, objeto, realidad, verdad-fundamento pierden su peso. la hermenéutica tiende a "la disolución del mismo mito de la objetividad", retornando distorsionadamente el mensaje cristiano de la kénosis o vaciamiento de todo lo tradicionalmente sagrado y generando una nueva interpretación. En lugar de los conceptos fuertes aparecen entonces los de evento y acaecer. La filosofía no hace, pues, más que narrar el sentido de esta transformación de la (noción) del ser que se ha producido en nuestro mundo. [Nota 78] Ella narra el pasaje de la trascendencia a la inmanencia; del conocimiento que amaba encontrar la verdad, al conocimiento que interpreta sin interesarse por la verdad como adecuación; de la verdad como ámbito de luz (Lightung) a la verdad como apertura a múltiples interpretaciones irreductibles de las voces del pasado (del ser transmitido, de los heredados universos culturales) que la hacen posible. [Nota 79]

Observaciones desde el pensamiento de M. F. Sciacca.

17. Vattimo, en abierta oposición al pensamiento de Sciacca, no ve posible un concepto de educación fundada en una concepción integral del ser. Para Sciacca, el ser es trascendente a todo ente finito y lo opuesto a la nada; es el objeto inteligible constituyente de la inteligencia humana; es el fundamento de toda discusión inteligible; es participación de lo divino. [Nota 80] Es justamente el hallazgo del ser (que es infinito y que no es ningún ente), lo que distingue a la filosofía de cualquier otro saber. Quien entiende el ser entiende, es inteligente; la negación del ser es estupidez; es ausencia de conocimiento; es sofisma, antifilosofía. [Nota 81]

En la concepción de Vattimo, por el contrario, el ser es el resultado de una constatación sociológica: ¿A qué llama hoy la gente "ser"? No existe más la experiencia de un ser (en última instancia, Dios o la Verdad). Todo lo estructurado, lo fundamental es sospechado de ser razón para una actitud violenta, generada por la inseguridad social de otros tiempos y, en consecuencia, antieducativo.

Hoy ser es existir en una sociedad, estar informado, impactado por los medios masivos de comunicación, es recibir mensajes. El ser es lo que sucede, es evento, es cotidianeidad, mortalidad, caducidad. Vattimo está dispuesto a pagar el precio de perder la unidad del sujeto humano, en lo disperso de los discursos; de perder al sujeto mismo y reducirlo a una interpretación.

El hombre educado ya no es, para él, el poseedor de una autoconciencia, sino quien es reducido a ser portador de múltiples roles sociales. [Nota 82] Como no hay sujeto humano, tampoco es posible el autogobierno y la autoeducación: sólo se da la acomodación de nuestro narcisismo a la sociedad narcisista. [Nota 83]

Por el contrario, para Sciacca, es verdadera cultura aquella que el hombre busca libremente con ella la verdad; busca saber cómo son las cosas, los acontecimientos, las personas; y no es acomodación narcisista a la sociedad. la verdadera cultura hace crecer entonces a la persona del hombre al darle acceso y exigirle esfuerzo en la búsqueda de la verdad en la libertad. Educar es formar a la persona integral, en la verdad (que es la inteligibilidad del ser en toda su dimensión: en sí mismo y en su participación a los entes) y en la libertad no sólo para conocer, sino también para reconocer al ser que nos constituye. [Nota 84]

18. El ultrahombre, según Vattimo, es un hombre pacífico, aunque no esté en condiciones de poder justificar el valor de la paz y darle un fundamento. [Nota 85] También para él, el ultrahombre no es sujeto, sino una máscara, un ser débil, desintegrado por los mensajes a los que intenta dar una interpretación, sabiendo que -sea como fueresiempre es una fábula.

Por cierto, no cabe en este mundo una justificación de la obediencia a nada ni a nadie, dado que no hay un valor objetivo. [Nota 86] El mismo valor del diálogo, constitutivo de un proceso educativo, es instrumental.

Mas, desde el punto de vista del pensamiento de Sciacca, el hombre concebido por Vattimo, no es un hombre libre, sino un hombre a la deriva de los mensajes sociales, incapaz de autodisciplina y, en consecuencia, incapaz de buscar la verdad. la relación educativa implica el "ejercicio de la libertad y de la disciplina interior", en el educando y en el educador. [Nota 87]

19. la visión del mundo de Vattimo es explícitamente secularizada, sin que ésta tenga otra justificación más allá del hecho que se ha dado; ha sucedido y, en consecuencia, es: porque el ser es lo que sucede, el evento.

Este suceder no tiene una racionalidad esencial, sino que ha sido un evento social, político, económico, cultural, que ha constituido la sustancia histórica de la que disponemos. [Nota 88]

20. Nos encontramos, con Vattimo, ante una visión atea, con un ateísmo pretendidamente indiferente, pretendidamente valioso porque no propone la violencia justificada por la verdad, como valor de vida. Según Vattimo, ni siquiera el humanismo, al querer poseer un fundamento verdadero en la esencia subjetiva del hombre, escapa a la posibilidad de una postura violenta, propia de la metafísica.

La propuesta educativa de Vattimo podría resumirse en la expresión entre apocalíptica y profética: "El nihilismo se manifiesta como nuestra chance". [Nota 89] Educarnos es no tomar nada en serio, ni nuestra misma propuesta de no tomar nada en serio.

Desde el punto de vista de la filosofía de Sciacca, el humanismo que toma en consideración Vattimo es un humanismo que no conoce la dimensión trascendente y fundamental para el hombre; sino el humanismo de G. Bruno que hizo a la verdad hija del tiempo; que dio al hombre la ilusión de ser autosuficiente. [Nota 90] Pero el verdadero humanismo es aquel que conoce que el hombre es naturalmente transnatural, "porque la Idea del ser abre el pensamiento al infinito". [Nota 91]

21. Este laicismo desconoce la dimensión trascendente del hombre. Sciacca opina que ese laicismo, "deseduca al hombre a la verdad en nombre de la verdad". [Nota 92] En realidad, Vattimo juega con la verdad: no la puede negar sin negarse el derecho a hablar y expresarse, porque hay, en efecto, una suposición de verdad en el ser de las cosas y en el lenguaje que las expresa. Entonces no resta, según Vattimo, sino el "debilitar" la verdad. [Nota 93] Pero al debilitarse la verdad se debilita también el sentido de la realidad y el amor, que es la forma más plena de -ser, "el acto integral y completo del hombre". [Nota 94]

Ahora bien, ¿qué sentido tiene la metáfora de la debilitaci6n respecto de la verdad? Si la verdad, según Sciacca, es la inteligibilidad del ser y de las cosas, su debilitación es simplemente su oscurecimiento en la mente del hombre y, en particular, de Vattimo que la propone. En realidad, si el ser -lo más omnicompresivo- es ininteligible, todo es ininteligible: con mayor razón, la nada (que ni siquiera es) no nos resulta ser inteligible. La concepción filosófica de Vattimo es, en efecto, ininteligible, aunque pueda ser, para algunos y en algunos aspectos, psicológica y socialmente atractiva. Porque lo que hace Vattimo, no es partir de un principio filosófico inteligible, sino de la constatación interpretativa de lo que sucede en la sociedad contemporánea; interpretación que ya habían esbozado Nietzsche y Heidegger. "La hermenéutica parece constituir la koiné de la cultura de hoy", y la filosofía se hace hermenéutica, interpretación de interpretaciones, en un círculo donde la interpretación es lo primero y lo último. [Nota 95] "Me doy cada vez más cuenta de que lo que sé del mundo son interpretaciones". [Nota 96]

De hecho, Vattimo se inscribe en una filosofía historicista sin metafísica, en la historia entendida como reinterpretación incesante de eventos culturales, sin pretensión de verdad.

“Vattimo lleva a cabo una reducción del ser a la serie de las épocas históricas como fuente inagotable de transmisión de mensajes, que la existencia histórica rememora y reinterpreta incesantemente. El ser no es otra cosa que el acontecer de los horizontes históricos que posibilitan toda interpretación; es la transmisión y el envío mismo, que acontece de modo diverso, transformándose epocalmente". [Nota 97]

22. Ahora bien, el hombre sin la inteligibilidad otorgada por el ser, sin capacidad para inteligir, sin inicio de inteligencia, no puede llamarse hombre. La posmodernidad, sostenida como un valor por Vattimo, es, en realidad, la negación de todo valor que trascienda tanto una interpretación como otra. Nos hallamos, de hecho, ante un antihumanismo, [Nota 98] del cual la posmodernidad se ufana con cierta ironía. Pero perdido el sentido profundo del hombre, la educación no puede estar más al servicio de la humanidad: está indiferentemente a la deriva, manifestando que no sólo está en crisis Occidente sino la humanidad. [Nota 99]

El valor que subyace detrás de su apología antihumanista es, sin embargo, el valor de la no violencia. Como la violencia es identificada con la verdad y con toda estructura estable a la que califica de metafísica, la no violencia implica la desacreditación de la metafísica misma. [Nota 100] Bien puede advertirse aquí, sin embargo, una confusión por la que se atribuye a la verdad (la inteligibilidad del ser y de las cosas) lo que es propio de la voluntad humana. Ésta, al creerse en posesión de la verdad, estima que la verdad la autoriza a suprimir la libertad humana y a imponer la verdad. La violencia se origina en la prepotencia de la voluntad del hombre; no en la inteligibilidad de las cosas (o sea, en la verdad).

En la concepción de Sciacca, es vano e ilusorio sostener que el hombre, por medio de la autosuficiencia, y con el solo diálogo (con el cual, por otra parte, difícilmente se puede llegar a una sola verdad metafísica elaborada), pueda lograr la paz social y una vida no violenta. "El hombre autosuficiente, desprendido de toda dependencia de Dios y de sus leyes, olvidado de su destino sobrenatural, no conquista su propia naturaleza, ni se mantiene al nivel del espíritu sino que, convertido en dueño, árbitro, déspota de sí y de su mundo, decae invenciblemente, por debajo del hombre, en la violencia", en la barbarie, en lo material, donde los inventos de la civilización incluso más adelantada se convierten en instrumentos de opresión, de ferocidad, de embrutecimiento. [Nota 101]

23. la filosofía de Vattimo rechaza el valor de lo metafísico. lo metafísico no es entendido como trascendente, sino más bien como lo oculto, lo fijo y lo consistente (y que, en consecuencia, se impone con violencia): es metafísico el objeto y el sujeto, la verdad entendida como adecuación a un objeto. [Nota 102] Lo trascendente, identificado con Dios, es una versión del pasado, de la cual la sociedad posmoderna estima que puede prescindir sin neurosis, dándole el adiós, recordándolo como un monumento, como una interpretación del pasado.

La filosofía de Vattimo se inscribe, entonces, necesariamente en un nivel de positividad superficial, de hechos que al mismo tiempo son interpretaciones superficiales, desconfiando incluso del valor teórico de la ciencia y de la técnica, reduciendo nuestro saber a la cultura de la imagen o del simulacro. [Nota 103]

Esta superficialidad se manifiesta también en el hecho de que sea imposible, en la filosofía de Vattimo, tras las huellas de Nietzsche, validar la unidad del sujeto y la responsabilidad de sus actos, sin lo cual el concepto de educación moral queda reducido a una compasión emotiva por el semejante.

Esta superficialidad se manifiesta, además con una contradicción interna, en el hecho de que al rechazar Vattimo la metafísica implícita en la ciencia y en la técnica, no descalifica, sin embargo, nuestra cultura de la imagen y de la comunicación masiva (producida por la ciencia y por la técnica), a la que considera sin más como el ser, como lo que deviene en la actualidad social.

Para el pensamiento de Sciacca, esto significa reducir el ser (que trasciende todo ente) a inmanencia; es hacer.del ser, que es acto, una cosa o una interpretación; es reducir la filosofía a antifilosofía. [Nota 104]

24. Mas, por otra parte, en una concepción donde el ser no es fundamental ni posee una estructura estable, la contradicción y la irracionalidad son posibles; pero con ello no es posible establecer ninguna filosofía coherente sin contradecirse: es más, no es posible ni siquiera un diálogo coherente. Todo queda reducido a palabras ampulosas, mechadas de Heidegger o de Nietzsche, pero que no pueden aspirar a ser un mensaje fundado ni siquiera en la coherencia interna del ser. La posmodernidad no significa entonces dar el adiós al ser metafísico, sino también dar el adiós a la coherencia, pues el ser metafísico no se halla en las nubes, sino que es el fundamento de los entes. Mas el adiós a la coherencia es la derrota del pensamiento por los deseos de la voluntad o por su falta de dominio, por la ausencia de educación en el ser; y es la bienvenida al absurdo y a lo irracional hecho principio del sistema de explicación. [Nota 105] En este contexto, la filosofía ha dejado de ser búsqueda de la verdad, como siempre lo ha sido, para convertirse en retórica: búsqueda de la conveniencia verbal, de la filodoxa. Los sofistas han hecho nuevamente su aparición. "En la posmodernidad cada uno juega su propio juego". [Nota 106]

25. En realidad, Vattimo no puede negar el ser en toda la amplitud que tiene en sí y en la idea de ser, por eso sólo intenta debilitarlo, ocultarlo en su inteligibilidad y universalidad. Así estima que puede hablar de "una multiplicidad de racionalidades locales", de una multiplicidad de sistemas de valores, [Nota 107] limitados todos ellos, ¿pero cómo es posible hablar de la pluralidad, sin la unidad y universalidad de ser en algún punto, dentro del cual es posible la diferencia de los entes, por analogía, y en consecuencia, es posible la pluralidad? Unidad y pluralidad son conceptos correlativos: sí se entiende uno debe entenderse el otro. Pero Vattimo sólo asume la pluralidad como "criterio normativo" : [Nota 108] ¿no es esto arbitrario e incomprensible? Vattimo, al perder el sentido del ser en toda su universalidad, analogía y problemática, ha perdido el sentido de la filosofía y ha reducido su planteamiento a cuestiones sociológicas. Debilitar el ser o reducirlo es reducir la filosofía a otra cosa; pero ya no es filosofía. [Nota 109] Para debilitar el ser, Vattimo ha debido admitir que es real sólo lo dado en los mensajes, en las culturas, y que el ser mismo es imaginativo. Los mundos imaginarios constituyen en la posmodernidad el ser mismo, son acontecimientos del ser, pero, claro está, estos mundos sólo se fundan en el sujeto y son subjetivos: el verdadero ser está constituido por los mensajes. las imágenes son "Ia objetividad misma del mundo y no sólo interpretaciones diversas de una “realidad” ". [Nota 110]

26. Coherentemente la educación resulta imposible, pues no puede haber comunicación donde no hay ni siquiera el ser común, lo más común de todo lenguaje. [Nota 111] No hay posibilidad de estructuración de las personas, ni se aprecia esa estructuración. La cultura resulta ser un archipiélago de expresiones sin nada en común que le dé coherencia: es más, ha sido reducida a lo útil momentáneo y deleitoso superficial, esto es, a lo que no exija coherencia y razonamiento. Si el humanismo significa "vivir al nivel de nuestra humanidad profunda" como afirmaba Sciacca, la posmodernidad no parece humana: quizás refleja la mecanización del tiempo y de la vida contemporánea. Por otra parte, si "cultura es libertad y educación a la libertad", [Nota 112] al estar ausente, en la posmodernidad, la búsqueda de la verdad, la misma libertad pierde sentido humano y se convierte en sinónimo de movimiento espontáneo.

27. Para saber, en el ámbito de la educación posmoderna, es suficiente ver la imagen. Los valores se reducen a expresiones y apreciaciones de deseos, pero andan huérfanos de fundamento. [Nota 113] Toda la cultura de Occidente se ha fundado en la creencia de que tras las apariencias hay algo más profundo: el ser de las cosas, y en la creencia, por lo tanto, de que las cosas no se agotan en su aparecer. Mas la posmodernidad reduce el ser a ese aparecer, debilitado aún más, como simulacro o monumento, recuerdo libremente reopinado. Pero a ese aparecer de las cosas, hechas imágenes, la mentalidad posmoderna le otorga positividad y a ella reduce el ser y el deber ser. Porque la posmodernidad concibe al ser, en general, en forma monolítica y débil como el aparecer, como monumento,[Nota 114] como lo que está y es recuerdo; pero, en particular, considera al ser como la forma plural de los mensajes: el ser no es más que mensaje, lo que remite o acaece. "La pluralización parece irrefrenable" [Nota 115] sostiene Vattimo. No hay, pues, posibilidad de crítica entre el ser (que es aparecer, mensaje cambiante, evento) y el deber ser: no hay deber ser. El ser se manifiesta como mensaje: uno y muchos, todos iguales en cuanto mensajes y, sin embargo, todos diferentes. De este modo, todo es igual y nada es mejor, porque lo que cuenta es ser mensaje y ser diferente; pero no vale mucho aquello por lo cual se es diferente. El ser no es, en la posmodernidad, como lo piensa Sciacca, realidad (sentimiento), idealidad y moralidad, sino sólo acaecer sin fundamento y sin posibilidad de coherencia y de responsabilidad. En realidad se trata de una cosificación del ser humano, donde éste pierde todo derecho y toda posibilidad de critica que supere el gusto.

28. En la concepción posmoderna, donde está debilitado el ser, y donde el sujeto es reducido a máscaras y a fracciones, resulta imposible una confrontación profunda: no hay una historia única, ni un hombre, sino imágenes. De aquí la ambigüedad de la propuesta posmoderna: por una parte, la valiosa toma de conciencia histórica de que la concepción europea del hombre no es la única, pero, por otra parte, la afirmación filosóficamente dogmática por la que se afirma que tampoco hay una concepción esencial. [Nota 116]

"Perdemos el sentido de la realidad" (la realidad del ser sin la idealidad del ser no tiene sentido); mas esto no le parece a Vattimo "una gran pérdida" [Nota 117]. ¿Mas qué ser humano queda si carece del sentido de la realidad? ¿No se vuelve a caer entonces en la modernidad, en un idealismo romántico donde sólo se siente la vida narcisistamente? [Nota 118]

29. la crisis de la educación no es una crisis aislada: es síntoma de la crisis, como bien lo había visto Sciacca; es expresión de Occidente y de la pérdida de sus valores, absolutizados por lo económico y el consumismo, y hecho occidentalismo. [Nota 119] La posmodernidad refleja el momento cultural poseuropeo, poscolonialista, de una sociedad de consumo y de comunicaciones, con pluralismo cultural en conflicto, con conciencia aguda de los particularismos y de las limitaciones históricas; pero sin capacidad de abstracción como para superar lo superficial de las culturas y llegar al ser humano. Es más, la posmodernidad no llega a ver la función y la significación de la inteligencia en la vida humana: simplemente consume información y, ante tal mole de información, desea un espacio para la sensibilidad romántica y estética, y para evadirse en el narcisismo de sus fantasías y utopías. [Nota 120]

Después de todo, si el mundo, según Vattimo, es insignificante, mucho más lo es la educación. Su propuesta educativa resulta ser también insignificante, irracional, absurda como las raíces nietzscheanas que hace suyas. [Nota 121]