Francois Houtart
Es tiempo de revertir el curso de la historia
El destino de la humanidad se halla en juego. Los progresos científicos y los adelantos técnicos, joyas del saber, sirven a los intereses de una minoría, en vez de contribuir al bienestar de todos. El uso que se hace de la ciencia y la técnica aplasta, margina, excluye a numerosos seres humanos en todo el mundo y deteriora el medio ambiente. El acceso a los recursos naturales, particularmente para los habitantes del Sur, sigue bajo el control de los centros y se convierte en objeto de pugnas políticas y en amenazas de guerra.
Es tiempo de poner la economía al servicio de los pueblos.
Hoy, la economía suministra bienes y servicios solamente a una minoría. En su forma actual empuja a la mayor parte de la humanidad hacia estrategias de supervivencia y niega incluso el derecho a la vida a cientos de millones de personas. Fruto del capitalismo neoliberal, su lógica forja y acentúa las desigualdades. Con su creencia en la virtud autorreguladora del mercado, fortalece el poder económico de los ricos y aumenta el número de pobres. Es tiempo de poner la economía al servicio de los pueblos.
Es tiempo de derribar el muro entre el Norte y el Sur.
Los monopolios del saber, de la investigación científica, de la producción de punta, del crédito, de la información, respaldados por instancias internacionales, crean una polarización que se acentúa día a día en el mundo y al interior de cada país. Muchos pueblos, constreñidos por lógicas de desarrollo culturalmente destructivas, físicamente insostenibles y dependientes económicamente, no pueden definir por sí mismos las etapas de su evolución, ni construir las bases de su propio crecimiento, ni asegurar la educación de sus jóvenes generaciones. Es tiempo de derribar el muro entre el Norte y el Sur.
Es tiempo de enfrentar la crisis de civilización.
Los objetivos limitados del individualismo, el universo cerrado del consumo, la invasión del productivismo y, para otros, la búsqueda obsesiva de la simple supervivencia cotidiana, ocultan los grandes objetivos de la humanidad: el derecho a la vida, la liberación de la opresión y la explotación, la igualdad de oportunidades, la justicia social, la paz, la espiritualidad, la fraternidad. Los progresos de la biotecnología llevan al resurgimiento de los debates sobre la naturaleza y los fines de la existencia humana. Es tiempo de enfrentar la crisis de civilización.
Es tiempo de rechazar el poder del dinero.
La concentración del poder económico en manos de empresas transnacionales atenta contra la soberanía de los Estados. Representa una amenaza para la democracia en cada nación y a escala mundial. El predominio del capital financiero no sólo compromete el equilibrio monetario internacional. Contribuye también a transformar numerosos Estados en verdaderas mafias y alienta las fuentes ocultas de la acumulación capitalista: el narcotráfico, el comercio de armas, las redes de prostitución.
Es tiempo de rechazar el poder de las instancias económicas.
Es tiempo de transformar el cinismo en amor y el amor en política. Las bolsas de valores se disparan con el despido de trabajadores. La competitividad se construye sobre la base de la eliminación de consumidores. La curva de excelencia de los índices macroeconómicos corresponde al aumento del número de pobres. Los alicientes de las instancias económicas internacionales son para quienes al ajustar su economía acentúan la brecha entre las clases y por consecuencia llevan a la multiplicación de los conflictos sociales. La ayuda humanitaria internacional es engullida por aquellos que han sido reducidos a la desesperación. Es tiempo de transformar el cinismo en amor y el amor en política.
Es tiempo de reconstruir y democratizar el Estado.
El desmantelamiento del Estado, la reducción de sus funciones, las privatizaciones a ultranza resultan en la desmoralización del servicio público, en el debilitamiento de los sectores educativos y de salud, y a fin de cuentas en su tutelaje por los intereses económicos privados. La mundialización neoliberal tiende a alejar al Estado de la población y a fomentar la corrupción. Hace del Estado un instrumento represivo al servicio de sus propios objetivos. Es tiempo de reconstruir y democratizar el Estado.
Es tiempo de ser verdaderos ciudadanos.
Millones de personas no tienen derecho al voto porque son inmigrantes y millones no votan por despecho, desaliento, crisis de los partidos, sentimiento de inutilidad o exclusión de la vida política. Diversas influencias e intervenciones suelen alterar a menudo el sentido de las elecciones. Pero la democracia no se limita a las elecciones. Consiste en la participación en todos y cada uno de los niveles de la vida económica, política y cultural. Es tiempo de ser verdaderos ciudadanos.
Es tiempo de volver a enfatizar los valores colectivos.
La modernidad transmitida por el capitalismo e ideologizada por el neoliberalismo ha destruido o pulverizado las culturas existentes. Ha hecho que estallen las solidaridades y que se resquebrajen las convicciones, y en su lugar promueve la exaltación del individuo eficiente, medido en términos de su éxito económico. Lejos de ser factor de emancipación para el conjunto de los pueblos, ha desembocado en una crisis de la educación, en violencias sociales y en explosiones de movimientos identitarios estériles, nacionalistas, étnicos o religiosos. Es tiempo de volver a enfatizar los valores colectivos.
Es tiempo de mundializar las luchas sociales.
La internacionalización de la economía podría significar un adelanto considerable para los intercambios materiales, sociales y culturales entre los seres humanos. Hoy, bajo su forma neoliberal, es una pesadilla que atormenta a las víctimas del desempleo, a los jóvenes que se preocupan de su porvenir, a los pueblos excluidos de la producción, a las naciones sometidas a los ajustes estructurales, a la desregulación del trabajo, a la erosión de los sistemas de seguridad social y a la eliminación de las redes de protección de los más débiles. Es tiempo de mundializar las luchas sociales.
Es tiempo de despertar la esperanza de los pueblos.
En todo el mundo se organiza la resistencia, se llevan a cabo luchas sociales y se buscan iniciativas alternativas. Por doquier, mujeres, hombres, niños, desempleados, excluidos, oprimidos, obreros, campesinos sin tierra, comunidades víctimas del racismo, pobres de la ciudad, pueblos indígenas, estudiantes, intelectuales, migrantes, pequeños comerciantes, descastados, clases medias en decadencia, simples ciudadanos, afirman su dignidad, exigen sus derechos humanos, hacen que se respete el patrimonio natural y practican la solidaridad. Algunos han entregado su vida por estas causas, otros son héroes cotidianos. Algunos reconstruyen un saber acerca de situaciones concretas, otros experimentan con fórmulas para la renovación de la economía, otros sientan las bases para una política distinta, otros crean una cultura nueva.
Es tiempo de despertar la esperanza de los pueblos.
Ha llegado el tiempo de las convergencias. Convergencia de las luchas, convergencia de los saberes, convergencia de las resistencias, convergencia de las alternativas, convergencia de los espíritus, convergencia de los corazones, hacia un mundo de justicia e igualdad, de inventiva y progreso material, de optimismo y florecimiento espiritual. Este mundo lo podemos construir si encontramos alternativas viables al neoliberalismo y a la mundialización unilateral, alternativas que se basen en los intereses de los pueblos y el respeto a las diferencias nacionales, culturales y religiosas. Ha llegado el tiempo de las convergencias.
El tiempo de un pensamiento creador y universal se abre ante nosotros.
El análisis de las consecuencias económicas, sociales, ecológicas, políticas y culturales de la organización económica actual conducirá a su deslegitimación. La búsqueda del equilibrio entre la iniciativa personal y los objetivos colectivos dará paso a nuevas fórmulas. El estudio de la expansión de sectores no mercantiles, el de las técnicas de producción que toman en cuenta el bienestar de quienes las utilizan, el de la organización y de la naturaleza del trabajo, contribuirán también a la creación de una organización colectiva más humana. El tiempo de un pensamiento creador y universal se abre ante nosotros.
El tiempo de la acción ya ha comenzado.
La democracia ya no es tan solo una meta en la organización de las sociedades. Representa también la clave para el funcionamiento de los movimientos sociales, de los partidos políticos, las empresas, las instituciones, las naciones y los órganos internacionales. Se ha venido experimentando como un aporte esencial para el respeto de los intereses populares y la salvaguarda de la seguridad nacional e internacional. La apertura de espacios para todas las culturas, por cuanto todas forman parte del patrimonio de la humanidad, permite superar progresivamente los repliegues identitarios reduccionistas. La existencia de Estados democráticos, competentes y transparentes aparece como la base para el restablecimiento de su poder de regulación. Los reagrupamientos económicos y políticos regionales, basados en la complementariedad interna, se perfilan como la mejor respuesta a las necesidades reales de las poblaciones y como una alternativa consistente a la mundialización neoliberal y la base de la organización de la seguridad colectiva. Reforzar y democratizar las instituciones internacionales, regionales y mundiales se ha convertido en un objetivo realizable y una condición para el progreso del derecho internacional y para la insoslayable regulación de las relaciones económicas, sociales y políticas en el plano mundial, espacialmente en los ámbitos del capital financiero, de la fiscalidad, de las migraciones, y del desarme.
El tiempo de la acción ya ha comenzado.
Por estas razones los firmantes de esta declaración apoyan la creación del Foro mundial de las alternativas. Hoy, es menester crear una red de personas comprometidas, de organizaciones populares, de movimientos sociales, de centros de estudio. Ha llegado el momento de constituir un “foro de foros” existentes en el mundo. Es preciso reflexionar y trabajar juntos, apoyar las luchas sociales abiertas al porvenir, estimular las alternativas viables a la mundialización neoliberal, difundir los resultados de los trabajos y las experiencias. Creemos que es posible construir una democracia universal, respetuosa de la identidad y de la dignidad de todos los seres humanos. Invitamos a los que pueden hacerlo a firmar esta declaración, a adherirse al Foro y a hacer que participen en él los movimientos y las instituciones que comparten estos ideales.
Es tiempo de revertir el curso de la historia.
Es tiempo de revertir el curso de la historia
El destino de la humanidad se halla en juego. Los progresos científicos y los adelantos técnicos, joyas del saber, sirven a los intereses de una minoría, en vez de contribuir al bienestar de todos. El uso que se hace de la ciencia y la técnica aplasta, margina, excluye a numerosos seres humanos en todo el mundo y deteriora el medio ambiente. El acceso a los recursos naturales, particularmente para los habitantes del Sur, sigue bajo el control de los centros y se convierte en objeto de pugnas políticas y en amenazas de guerra.
Es tiempo de poner la economía al servicio de los pueblos.
Hoy, la economía suministra bienes y servicios solamente a una minoría. En su forma actual empuja a la mayor parte de la humanidad hacia estrategias de supervivencia y niega incluso el derecho a la vida a cientos de millones de personas. Fruto del capitalismo neoliberal, su lógica forja y acentúa las desigualdades. Con su creencia en la virtud autorreguladora del mercado, fortalece el poder económico de los ricos y aumenta el número de pobres. Es tiempo de poner la economía al servicio de los pueblos.
Es tiempo de derribar el muro entre el Norte y el Sur.
Los monopolios del saber, de la investigación científica, de la producción de punta, del crédito, de la información, respaldados por instancias internacionales, crean una polarización que se acentúa día a día en el mundo y al interior de cada país. Muchos pueblos, constreñidos por lógicas de desarrollo culturalmente destructivas, físicamente insostenibles y dependientes económicamente, no pueden definir por sí mismos las etapas de su evolución, ni construir las bases de su propio crecimiento, ni asegurar la educación de sus jóvenes generaciones. Es tiempo de derribar el muro entre el Norte y el Sur.
Es tiempo de enfrentar la crisis de civilización.
Los objetivos limitados del individualismo, el universo cerrado del consumo, la invasión del productivismo y, para otros, la búsqueda obsesiva de la simple supervivencia cotidiana, ocultan los grandes objetivos de la humanidad: el derecho a la vida, la liberación de la opresión y la explotación, la igualdad de oportunidades, la justicia social, la paz, la espiritualidad, la fraternidad. Los progresos de la biotecnología llevan al resurgimiento de los debates sobre la naturaleza y los fines de la existencia humana. Es tiempo de enfrentar la crisis de civilización.
Es tiempo de rechazar el poder del dinero.
La concentración del poder económico en manos de empresas transnacionales atenta contra la soberanía de los Estados. Representa una amenaza para la democracia en cada nación y a escala mundial. El predominio del capital financiero no sólo compromete el equilibrio monetario internacional. Contribuye también a transformar numerosos Estados en verdaderas mafias y alienta las fuentes ocultas de la acumulación capitalista: el narcotráfico, el comercio de armas, las redes de prostitución.
Es tiempo de rechazar el poder de las instancias económicas.
Es tiempo de transformar el cinismo en amor y el amor en política. Las bolsas de valores se disparan con el despido de trabajadores. La competitividad se construye sobre la base de la eliminación de consumidores. La curva de excelencia de los índices macroeconómicos corresponde al aumento del número de pobres. Los alicientes de las instancias económicas internacionales son para quienes al ajustar su economía acentúan la brecha entre las clases y por consecuencia llevan a la multiplicación de los conflictos sociales. La ayuda humanitaria internacional es engullida por aquellos que han sido reducidos a la desesperación. Es tiempo de transformar el cinismo en amor y el amor en política.
Es tiempo de reconstruir y democratizar el Estado.
El desmantelamiento del Estado, la reducción de sus funciones, las privatizaciones a ultranza resultan en la desmoralización del servicio público, en el debilitamiento de los sectores educativos y de salud, y a fin de cuentas en su tutelaje por los intereses económicos privados. La mundialización neoliberal tiende a alejar al Estado de la población y a fomentar la corrupción. Hace del Estado un instrumento represivo al servicio de sus propios objetivos. Es tiempo de reconstruir y democratizar el Estado.
Es tiempo de ser verdaderos ciudadanos.
Millones de personas no tienen derecho al voto porque son inmigrantes y millones no votan por despecho, desaliento, crisis de los partidos, sentimiento de inutilidad o exclusión de la vida política. Diversas influencias e intervenciones suelen alterar a menudo el sentido de las elecciones. Pero la democracia no se limita a las elecciones. Consiste en la participación en todos y cada uno de los niveles de la vida económica, política y cultural. Es tiempo de ser verdaderos ciudadanos.
Es tiempo de volver a enfatizar los valores colectivos.
La modernidad transmitida por el capitalismo e ideologizada por el neoliberalismo ha destruido o pulverizado las culturas existentes. Ha hecho que estallen las solidaridades y que se resquebrajen las convicciones, y en su lugar promueve la exaltación del individuo eficiente, medido en términos de su éxito económico. Lejos de ser factor de emancipación para el conjunto de los pueblos, ha desembocado en una crisis de la educación, en violencias sociales y en explosiones de movimientos identitarios estériles, nacionalistas, étnicos o religiosos. Es tiempo de volver a enfatizar los valores colectivos.
Es tiempo de mundializar las luchas sociales.
La internacionalización de la economía podría significar un adelanto considerable para los intercambios materiales, sociales y culturales entre los seres humanos. Hoy, bajo su forma neoliberal, es una pesadilla que atormenta a las víctimas del desempleo, a los jóvenes que se preocupan de su porvenir, a los pueblos excluidos de la producción, a las naciones sometidas a los ajustes estructurales, a la desregulación del trabajo, a la erosión de los sistemas de seguridad social y a la eliminación de las redes de protección de los más débiles. Es tiempo de mundializar las luchas sociales.
Es tiempo de despertar la esperanza de los pueblos.
En todo el mundo se organiza la resistencia, se llevan a cabo luchas sociales y se buscan iniciativas alternativas. Por doquier, mujeres, hombres, niños, desempleados, excluidos, oprimidos, obreros, campesinos sin tierra, comunidades víctimas del racismo, pobres de la ciudad, pueblos indígenas, estudiantes, intelectuales, migrantes, pequeños comerciantes, descastados, clases medias en decadencia, simples ciudadanos, afirman su dignidad, exigen sus derechos humanos, hacen que se respete el patrimonio natural y practican la solidaridad. Algunos han entregado su vida por estas causas, otros son héroes cotidianos. Algunos reconstruyen un saber acerca de situaciones concretas, otros experimentan con fórmulas para la renovación de la economía, otros sientan las bases para una política distinta, otros crean una cultura nueva.
Es tiempo de despertar la esperanza de los pueblos.
Ha llegado el tiempo de las convergencias. Convergencia de las luchas, convergencia de los saberes, convergencia de las resistencias, convergencia de las alternativas, convergencia de los espíritus, convergencia de los corazones, hacia un mundo de justicia e igualdad, de inventiva y progreso material, de optimismo y florecimiento espiritual. Este mundo lo podemos construir si encontramos alternativas viables al neoliberalismo y a la mundialización unilateral, alternativas que se basen en los intereses de los pueblos y el respeto a las diferencias nacionales, culturales y religiosas. Ha llegado el tiempo de las convergencias.
El tiempo de un pensamiento creador y universal se abre ante nosotros.
El análisis de las consecuencias económicas, sociales, ecológicas, políticas y culturales de la organización económica actual conducirá a su deslegitimación. La búsqueda del equilibrio entre la iniciativa personal y los objetivos colectivos dará paso a nuevas fórmulas. El estudio de la expansión de sectores no mercantiles, el de las técnicas de producción que toman en cuenta el bienestar de quienes las utilizan, el de la organización y de la naturaleza del trabajo, contribuirán también a la creación de una organización colectiva más humana. El tiempo de un pensamiento creador y universal se abre ante nosotros.
El tiempo de la acción ya ha comenzado.
La democracia ya no es tan solo una meta en la organización de las sociedades. Representa también la clave para el funcionamiento de los movimientos sociales, de los partidos políticos, las empresas, las instituciones, las naciones y los órganos internacionales. Se ha venido experimentando como un aporte esencial para el respeto de los intereses populares y la salvaguarda de la seguridad nacional e internacional. La apertura de espacios para todas las culturas, por cuanto todas forman parte del patrimonio de la humanidad, permite superar progresivamente los repliegues identitarios reduccionistas. La existencia de Estados democráticos, competentes y transparentes aparece como la base para el restablecimiento de su poder de regulación. Los reagrupamientos económicos y políticos regionales, basados en la complementariedad interna, se perfilan como la mejor respuesta a las necesidades reales de las poblaciones y como una alternativa consistente a la mundialización neoliberal y la base de la organización de la seguridad colectiva. Reforzar y democratizar las instituciones internacionales, regionales y mundiales se ha convertido en un objetivo realizable y una condición para el progreso del derecho internacional y para la insoslayable regulación de las relaciones económicas, sociales y políticas en el plano mundial, espacialmente en los ámbitos del capital financiero, de la fiscalidad, de las migraciones, y del desarme.
El tiempo de la acción ya ha comenzado.
Por estas razones los firmantes de esta declaración apoyan la creación del Foro mundial de las alternativas. Hoy, es menester crear una red de personas comprometidas, de organizaciones populares, de movimientos sociales, de centros de estudio. Ha llegado el momento de constituir un “foro de foros” existentes en el mundo. Es preciso reflexionar y trabajar juntos, apoyar las luchas sociales abiertas al porvenir, estimular las alternativas viables a la mundialización neoliberal, difundir los resultados de los trabajos y las experiencias. Creemos que es posible construir una democracia universal, respetuosa de la identidad y de la dignidad de todos los seres humanos. Invitamos a los que pueden hacerlo a firmar esta declaración, a adherirse al Foro y a hacer que participen en él los movimientos y las instituciones que comparten estos ideales.
Es tiempo de revertir el curso de la historia.