"La filosofía no es el arte de consolar a los tontos ... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios."

Silogismos de la amargura



Acerca de Emil Michel Cioran


Que la vida carece de sentido y finalidad, que el universo no merece sino desprecio, al igual que el hombre; que el dolor es la vía real hacia el conocimiento, así como el sufrimiento a la conciencia... Es apenas algo que se extrae de la lectura de los textos, aforismos y ensayos de Emil Michel Cioran; de quien ayer se recordaron los 100 años de su nacimiento.


Ya decía Cioran que pocas cosas había más terribles que haber nacido en Rasinari, Rumania (entonces parte del Imperio Austro-Húngaro), el 8 de abril de 1911. Acaso por ello se volcó apátrida al residir en París y al escribir en francés... (“No se habita un país, se habita una lengua. Una patria es eso y nada más”).


Tras años, insomnios y burdeles, breves apegos ideológicos y mayores desencantos, se apoyó sobre un fondo nihilista y absurdo, para hacer de la filosofía una poesía. Cioran hacía surgir ironías amargas para referirse a la ingenuidad y la tontería del pensamiento utópico; para soltar frases de un misticismo sin divinidad, pues amaba y odiaba a un dios desconocido... (“ ‘Señor, sin ti estoy loco, pero más loco aún contigo’ . Ese sería, en el mejor de los casos, el resultado de la reanudación del contacto entre el fracasado de abajo y el fracasado de arriba”).


Haciendo del pesimismo catarsis, dejó casi una veintena de libros, donde la vitalidad de la escritura contradice sus perspectivas, el desengaño del desengaño... Siempre provocador, con la negación como gesto primordial y con la sospecha como actitud ante el mundo, pero sin la arrogancia del escéptico... (“Siendo el hombre un animal enfermizo, cualquiera de sus palabras o de sus gestos equivale a un síntoma”).


Marginal siempre, se contaban entre sus amigos Eugène Ionesco, Samuel Becket, Paul Celan y Henry Michaux. En el 41 conoció a quien fuera su esposa Simone Boué. La vio en un comedor universitario, lugar que visitaba también cuando dejó los estudios para recorrer Francia en bicicleta. No fue ni profesor ni conferencista, ni cualquier otra labor que lo apartase de su ejercicio del ocio... (“Para poder vislumbrar lo esencial no debe ejercerse ningún oficio. Hay que permanecer tumbado todo el día y gemir”).


Decía Cioran que vivía únicamente porque podía morir cuando quiera y que sin la idea del suicidio, hace tiempo que se hubiera matado. Finalmente, se fue en 1995, en París. En sus últimos días había caído, acaso con carcajada silenciosa, en las brumas del Alzheimer... (“Quien vive sin memoria no ha salido aún del Paraíso: las plantas continúan deleitándose en él. Ellas no fueron condenadas al Pecado, a esa imposibilidad de olvidar; pero nosotros, remordimientos ambulantes”).


Recién, el traductor de sus textos al español, Fernando Savater, caminó por entre las tumbas de Montparnasse hasta la lápida del pensador, para recordar que nunca supo si hablaba en serio... o quizá para sentir su silencio... (“Un silencio abrupto en medio de una conversación nos hace volver de repente a lo esencial: nos revela el precio que debemos pagar por la invención de la palabra”).



E.M. CIORAN


Primera parte




La presente traducción ha sido hecha en colaboración con el autor, quien ha realizado, especialmente para esta edición, modificaciones importantes en el texto original francés. París, julio 1982.




ATROFIA DEL VERBO




Formados en la escuela de los veleidosos, idólatras del fragmento y del estigma, pertenecemos a un tiempo clínico en el que únicamente nos importan los casos. Sólo nos interesa lo que un escritor se ha callado, lo que hubiera podido decir, sus profundidades mudas. Si deja una obra, si se explica, se asegura nuestro olvido. Magia del artista irrealizado... , de un vencido que desaprovecha sus decepciones, que no sabe hacerlas fructificar.




* Tantas páginas, tantos libros que fueron fuentes de emoción para nosotros, y que releemos para estudiar la calidad de los adverbios o la propiedad de los adjetivos.




* Existe en la estupidez una gravedad que, mejor orientada, podría multiplicar la suma de obras maestras.




* Sin nuestras dudas sobre nosotros mismos, nuestro escepticismo sería letra muerta, inquietud convencional, doctrina filosófica.




* No queremos seguir soportando el peso de las "verdades", continuar siendo sus víctimas o sus cómplices. Sueño con un mundo en el que se muriera por una coma.




* Cuánto me atraen los autores de segunda fila (Joubert, sobre todo) que, por delicadeza, vivieron a la sombra del genio de los demás y que renunciaron al suyo por temor a poseerlo.




* Si Molière se hubiera replegado sobre sus abismos, Pascal, con el suyo habría parecido periodista.




* Con certezas, el estilo es imposible: la preocupación por la expresión es propia de quienes no pueden dormirse en una fe. A falta de un apoyo sólido, se aferran a las palabras sombras de realidad , mientras los otros, seguros de sus convicciones, desprecian su apariencia y descansan cómodamente en el confort de la improvisación.




* Desconfiad de quienes vuelven la espalda al amor, a la ambición, a la sociedad. Se vengarán de haber renunciado a ello.




* La historia de las ideas es la historia del rencor de los solitarios.




* Plutarco, hoy, escribiría las Vidas paralelas de los fracasados.




* El romanticismo inglés fue una acertada mezcla de láudano, exilio y tisis; el romanticismo alemán, de alcohol, provincia y suicidio.




* Algunos seres deberían haber vivido en ciudades alemanas de la época romántica. ¡Imaginamos tan bien a un Gerard von Nerval en Tubingen o en Heidelberg!




* La capacidad de aguante de los alemanes no tiene límites; y ello hasta en la locura: Nietzsche soportó la suya once años, Hölderlin cuarenta.




* Lutero, encarnación del hombre moderno, asumió toda clase de desequilibrios: un Pascal y un Hitler cohabitaban en él.




* "... sólo lo verdadero es digno de ser amado". De ahí provienen las lagunas de Francia, su rechazo de lo Vago y de lo Turbio, su anti poesía, su anti metafísica. Más aún que Descartes, influyó Boileau sobre todo un pueblo, censurando su genio.




* El Infierno tan exacto como un atestado; El Purgatorio falso como toda alusión al Cielo; El Paraíso muestrario de ficciones y de insulseces... La Trilogía de Dante constituye la más alta rehabilitación del diablo emprendida por un cristiano.




* Shakespeare: cita entre una rosa y un hacha...




* Fracasar en la vida es acceder a la poesía sin el soporte del talento.




* Sólo los espíritus superficiales abordan las ideas con delicadeza.




* La mención de los incordios administrativos ("the law's delay, the insolence of office") entre los motivos que justifican el suicidio, me parece la cosa más profunda que haya dicho Hamlet.




* Agotados los modos de expresión, el arte se orienta hacia el sinsentido, hacia un universo privado e incomunicable. Todo estremecimiento inteligible, tanto en pintura como en música o en poesía, nos parece, con razón, anticuado o vulgar. El público desaparecerá pronto: el arte le seguirá de cerca. Una civilización que comenzó con las catedrales tenía que acabar en el hermetismo de la esquizofrenia.




* Aun hallándonos a mil leguas de la poesía, dependemos de ella todavía por esa súbita necesidad de aullar último estadio del lirismo.




* Ser un Raskolnikov sin la excusa del crimen.




* Sólo cultivan el aforismo quienes han conocido el miedo en medio de las palabras, ese miedo a derrumbarse con todas las palabras.




* ¡No poder volver a la época en que ningún vocablo estorbaba a los seres, al laconismo de la interjección, al paraíso del alelamiento, al estupor gozoso anterior a los idiomas...!




* Es fácil ser "profundo": no hay más que dejarse invadir por las propias taras.




* Modelos de estilo: el juramento, el telegrama y el epitafio.




* Los románticos fueron los últimos especialistas del suicidio. Desde entonces se improvisa... Para mejorar su calidad necesitamos un nuevo mal del siglo.




* Despojar a la literatura de su disfraz, ver su verdadero rostro, es tan peligroso como desposeer a la filosofía de su jerga. ¿Las creaciones del espíritu se reducen a la transfiguración de bagatelas? ¿Habría únicamente alguna sustancia fuera de lo articulado, en el rictus o la catalepsia?




* Un libro que, después de haberlo demolido todo, no se destruye a sí mismo nos habrá exasperado en vano.




* Mónadas disgregadas, hemos llegado al final de las tristezas prudentes y de las anomalías previstas: más de un signo anuncia la hegemonía del delirio.




* Las fuentes de inspiración de un escritor son sus vergüenzas; quien no las descubra en sí mismo o las eluda está condenado al plagio o a la crítica.




* Todo occidental atormentado hace pensar en un héroe de Dostoievski que tuviera una cuenta en el banco.




* El buen dramaturgo debe poseer el sentido del asesinato: después de los isabelinos, ¿quién sabe aún matar a sus personajes?




* La célula nerviosa se ha habituado tan bien a todo que debemos renunciar definitivamente a concebir una locura que, penetrando en los cerebros, los hiciera estallar.




* Después de Benjamin Constant, nadie ha vuelto a encontrar el tono de la decepción.




* Quien poseyendo los rudimentos de la misantropía quisiera perfeccionarse en ella, debe frecuentar la escuela de Swift: aprenderá así a dar a su desprecio por los hombres la intensidad de una neuralgia.




* Baudelaire introdujo la fisiología en la poesía; Nietzsche, en la filosofía. Con ellos, los trastornos de los órganos se elevaron a canto y a concepto. Proscritos de la salud, a ellos les incumbía asegurar una carrera a la enfermedad.




* Misterio, palabra de la que nos servimos para engañar a los demás, para hacerles creer que somos más profundos que ellos.




* Si Nietzsche, Proust, Baudelaire o Rimbaud sobreviven a las fluctuaciones de la moda, se lo deben a la gratuidad de su crueldad, a su cirugía demoníaca, a la generosidad de su hiel. Lo que permite durar a una obra, lo que le impide envejecer, es su ferocidad. ¿Afirmación gratuita? Considérese el prestigio del Evangelio, libro agresivo, libro venenoso entre todos.




* El público se precipita sobre los autores llamados "humanos"; sabe que no tiene nada que temer de ellos; detenidos como él a medio camino, le propondrán un compromiso con lo Imposible, una visión coherente del Caos.




* La negligencia verbal de los pornógrafos procede con frecuencia de un exceso de pudor, de la vergüenza de mostrar su "alma", y sobre todo de nombrarla: no existe palabra indecente en ningún idioma.




* Que una realidad se oculte detrás de las apariencias es, a fin de cuentas, posible; que el lenguaje pueda reproducirla, sería ridículo esperarlo. ¿Por qué, pues, adoptar una opinión en lugar de otra, recular ante lo banal o lo inconcebible, ante el deber de decir y escribir cualquier cosa? Un mínimo de cordura nos obligaría a sostener todas las tesis al mismo tiempo, en un eclecticismo de la sonrisa y de la destrucción.




* El miedo a la esterilidad conduce al escritor a producir por encima de sus posibilidades y a añadir a las mentiras vividas otras muchas que toma prestadas o forja. Bajo toda "Obra completa" yace un impostor.




* El pesimista debe inventarse cada día nuevas razones de existir: es una víctima del "sentido" de la vida. * Macbeth: un estoico del crimen, un Marco Aurelio con puñal.




* El Espíritu es el gran beneficiario de las derrotas de la carne. Se enriquece a costa suya, la saquea, se regocija de sus miserias; vive del bandidaje. La civilización debe su éxito a las proezas de un bandido.




* El "talento" es el medio más seguro de falsearlo todo, de deformar las cosas y de equivocarse acerca de uno mismo. Sólo poseen una existencia verdadera aquellos a quienes la naturaleza no ha abrumado con ningún don. Sería por ello difícil imaginar universo más falso que el universo literario, u hombre más desprovisto de realidad que el hombre de letras.




* Ninguna salvación es posible fuera de la imitación del silencio. Pero nuestra locuacidad es prenatal. Raza de charlatanes, de espermatozoides verbosos, estamos químicamente ligados a la palabra.




* La búsqueda del signo en detrimento de la cosa significada; el lenguaje considerado como un fin en sí mismo, como rival de la "realidad"; la manía verbal, incluso en los filósofos; la necesidad de renovarse a nivel de las apariencias; características de una civilización en la que la sintaxis prevalece sobre lo absoluto y el gramático sobre el sabio.




* Goethe, artista completo, es nuestro antípoda. Ajeno a lo inconcluso, a ese ideal moderno de la perfección, se negó a comprender los riesgos de sus contemporáneos; en cuanto a los suyos, los asimiló tan bien que no los padeció en absoluto. Su claro destino nos desmoraliza; tras haberlo explorado intentando en vano descubrir en él secretos sublimes o sórdidos, nos quedamos con las palabras de Rilke: "No tengo órganos para Goethe".




* Nunca se criticará demasiado al siglo XIX por haber favorecido esa ralea de glosadores, esas máquinas de leer, esa malformación del espíritu que encarna el Profesor símbolo de la decadencia de una civilización, de la degradación del gusto, de la supremacía del trabajo sobre el capricho. Ver todo desde el exterior, sistematizar lo inefable, no mirar nada de frente, hacer el inventario de los proyectos de los demás. Todo comentario a una obra es ramplón o inútil, pues todo lo que no es directo es nulo. En el pasado los profesores se consagraban con preferencia a la teología. Al menos tenían la excusa de enseñar lo absoluto, de limitarse a Dios, mientras que ahora nada escapa a su competencia asesina.




* Lo que nos diferencia de nuestros antepasados es nuestro descaro frente al Misterio. Lo hemos incluso desbautizado: así nació el Absurdo...




* Superchería del estilo: dar a las tristezas habituales un cariz insólito, adornar las pequeñas desgracias, vestir el vacío, existir por la palabra, por la fraseología del suspiro o del sarcasmo.




* Resulta increíble que la perspectiva de tener un biógrafo no haya hecho renunciar a nadie a tener una vida.




* Lo suficientemente ingenuo como para ponerme a buscar la Verdad, me interesé en el pasado inútilmente por bastantes disciplinas. Comenzaba a afianzarme en el escepticismo cuando tuve la idea de consultar, como último recurso, a la Poesía: quién sabe, me dije, quizás me sea útil, quizás esconda bajo su arbitrariedad alguna revelación definitiva. Recurso ilusorio: ella me hizo perder hasta mis incertidumbres...




* Para quien haya respirado la Muerte, ¡qué desolación el olor del Verbo!




* Estando de moda la derrota, es natural que Dios se aproveche de ello. Gracias a los esnobs que le compadecen o le maltratan, goza todavía de cierta reputación. Pero ¿durante cuánto tiempo será aún interesante?




* "Tenía talento, sin embargo ya nadie se interesa por él. Lo han olvidado. Es justo: no supo tomar todas las precauciones necesarias para ser mal comprendido".




* Nada seca tanto la inteligencia como la repugnancia a concebir ideas oscuras.




* ¿Qué hace el sabio? Se resigna a ver, a comer, etc., acepta a pesar suyo esa "llaga de nueve aberturas" que es el cuerpo según la Bhagavad Gita. ¿La sabiduría? Sufrir dignamente la humillación que nos infligen nuestros agujeros.




* El poeta: un espabilado que sabe atormentarse sin motivo, que se consagra con ardor a las perplejidades, que se las procura por todos los medios. Luego, la ingenua posteridad se apiada de él...




* Casi todas las obras se componen de destellos de imitación, estremecimientos aprendidos y éxtasis robados.




* Prolija por naturaleza, la literatura vive de la gran abundancia de vocablos, del cáncer de la palabra.




* Europa no se encuentra todavía lo suficientemente en ruinas como para que pueda florecer en ella la epopeya. Sin embargo, todo hace prever que, celosa de Troya y dispuesta a imitarla, proporcionará un día temas tan importantes que ni la novela ni la poesía le bastarán...




* Admiraría sin límites a Omar Khayyam, sus tristezas sin réplica, si no hubiera conservado una última ilusión: desgraciadamente creía aún en el vino.




* Lo mejor de mí mismo, este poco de luz que me aleja de todo, se lo debo a mis raras conversaciones con algunos canallas amargos, canallas inconsolables que, víctimas del rigor de su cinismo, no podían dedicarse ya a ningún vicio.




* Más que un error de fondo, la vida es una "falta de gusto" que ni la muerte, ni siquiera la poesía, logran corregir.




* En este "gran dormitorio", como llama un texto taoísta al universo, la pesadilla es la única forma de lucidez.




* Es preferible no dedicarse a las Letras cuando, poseyendo un alma oscura, se está obsesionado por la claridad. No se dejarán tras de sí más que suspiros inteligibles, pobres residuos del rechazo de ser uno mismo.




* En los tormentos del intelecto hay una decencia que difícilmente encontraríamos en los del corazón. El escepticismo es la elegancia de la ansiedad.




* Ser moderno es chapucear en lo Incurable.




* Tragicomedia del discípulo : he reducido a polvo mi pensamiento para ir más lejos que los moralistas, quienes sólo me habían enseñado a desmenuzarlo...




EL ESTAFADOR DE ABISMOS




Todo pensamiento debería recordar la ruina de una sonrisa.




* Con mucha precaución merodeo alrededor de lo profundo, le sonsaco algunos vértigos y me escabullo como un estafador de abismos.




* Todo pensador, al comienzo de su carrera, opta, a pesar suyo, por la dialéctica o los sauces llorones.




* Mucho antes de que la física y la psicología hubieran aparecido, el dolor desintegraba a la materia y la angustia al alma.




* Esa especie de malestar cuando intentamos imaginar la vida cotidiana de los grandes hombres... Sobre las dos de la tarde, ¿qué hacía Sócrates?




* Si creemos tan ingenuamente en las ideas es porque olvidamos que han sido concebidas por mamíferos.




* Una poesía digna de ese nombre comienza por la experiencia de la fatalidad. Sólo los malos poetas son libres.




* No he encontrado en el edificio del pensamiento ninguna categoría sobre la que reposar mi frente. En cambio, ¡qué almohada el Caos!




* Para vengarnos de quienes son más felices que nosotros, les inoculamos a falta de otra cosa nuestras angustias. Porque nuestros dolores, desgraciadamente, no son contagiosos.




* Nada apaga mi sed de dudas: ¡si tuviera el cayado de Moisés para hacerlas brotar hasta de la roca!




* Fuera de la dilatación del yo, fruto de la parálisis general, no existe ningún remedio contra las crisis de abatimiento, contra la asfixia en la nada, contra el horror de no ser más que un alma dentro de un salivazo.




* Si apenas he obtenido ideas de la tristeza, es porque la he amado demasiado para empobrecerla ejercitándome en ella.




* Una moda filosófica se impone como una moda gastronómica: se refuta igual una idea que una salsa.




* Somos todos unos farsantes: sobrevivimos a nuestros problemas.




* En las épocas en que el Diablo prosperaba, el pánico, el horror, los desórdenes eran males que gozaban de protección sobrenatural: se sabía quién los provocaba, quién dirigía su expansión; abandonados hoy a sí mismos, se transforman en "dramas interiores" o degeneran en "psicosis", en patología secularizada.




* A todos los aspectos del pensamiento les llega su momento, su frivolidad: así, hoy, a la idea de la Nada... Qué caducos nos parecen la Materia, la Energía, el Espíritu. Afortunadamente el léxico es rico: cada generación puede sacar de él un vocablo tan importante como los otros inútilmente difuntos.




* La planta padece ligeramente; el animal se las ingenia para enfermar; en el hombre se exaspera la anomalía de todo lo que respira. La Vida, combinación de química y estupor... ¿Acabaremos refugiándonos en el equilibrio del mineral? ¿Franquearemos retrocediendo el reino que de él nos separa para imitar a la piedra normal?




* Obligándonos a sonreír, sucesivamente, a las ideas de aquellos a quienes mendigamos, la Miseria convierte nuestro escepticismo en sustento.




* Desde que recuerdo, no he hecho más que destruir en mí el orgullo de ser hombre. Y deambulo por la periferia de la Especie como un monstruo temeroso, sin la envergadura suficiente para aullar en nombre de otra banda de monos.




* El Hastío nivela los enigmas: es un ensueño positivista...




* Existe una angustia infusa que reemplaza tanto a la ciencia como a la intuición.




* Se extiende tanto la muerte, tanto lugar ocupa, que ya no sé dónde morir.




* Deber de la lucidez: alcanzar una desesperación correcta, una ferocidad apolínea.




* Si la felicidad es tan rara, es porque sólo se alcanza después de la vejez, en la senilidad, favor reservado a muy pocos mortales.




* Nuestras vacilaciones llevan la huella de nuestra honradez; nuestras certidumbres la de nuestra impostura. La deshonestidad de un pensador se reconoce en la suma de ideas precisas que avanza.




* Petulante, me hundí en lo Absoluto; emergí troglodita.




* La muerte plantea un problema que sustituye a todos los demás. ¿Hay algo más funesto para la filosofía, para esa ingenua creencia en la jerarquía de las perplejidades?




* El cinismo de la soledad extrema es un calvario que la insolencia atenúa.




* La filosofía sirve de antídoto contra la tristeza. Y hay quienes creen aún en la profundidad de la filosofía. * En este universo provisional, nuestros axiomas sólo tienen un valor de sucesos.




* La Angustia era ya un producto corriente en la época de las cavernas. Imaginemos la sonrisa del hombre de Neandertal si hubiera previsto que los filósofos llegarían un día a reclamar su paternidad.




* El error de la filosofía es ser demasiado soportable.




* Los abúlicos, que dejan las ideas tal como son, deberían ser los únicos que tuvieran acceso a ellas. Cuando los activos se las apropian, el dulce desbarajuste cotidiano se convierte en tragedia.




* La ventaja de interesarse por la vida y la muerte es que se puede decir de ellas cualquier cosa.




* El escéptico quisiera sufrir, como los demás, por las quimeras que hacen vivir. No lo consigue: es un mártir de la sensatez.




* Objeción contra la ciencia: este mundo no merece la pena de conocerlo.




* ¿Cómo se puede ser filósofo? ¿Cómo se puede tener el descaro de atacar al tiempo, a la belleza, a Dios y a todo lo demás? El espíritu se infla y brinca sin vergüenza. Metafísica, poesía impertinencias de piojo...




* Estoicismo de feria: ser un apasionado del "Nil admirari", un histérico de la ataraxia.




* Aunque pudiera luchar contra un ataque de depresión, ¿en nombre de qué vitalidad me ensañaría con una obsesión que me pertenece, que me precede? Encontrándome bien, escojo el camino que me place; "tocado", ya no soy yo quien decide: es mi mal. Para los obsesos no existe opción alguna: su obsesión ha elegido ya por ellos. Uno se escoge cuando dispone de virtualidades indiferentes; pero la nitidez de un mal es superior a la diversidad de caminos a elegir. Preguntarse si se es libre o no: bagatela a los ojos de un espíritu a quien arrastran las calorías de sus delirios. Para él, ensalzar la libertad es dar pruebas de una salud indecente. ¿La libertad? Sofisma de la gente sana.




* No contento con los sufrimientos reales, el ansioso se impone imaginarios; es un ser para quien la irrealidad existe, debe existir; sin ello, ¿dónde encontraría la ración de tormentos que le exige su naturaleza?




* ¿Por qué no podría yo compararme a los mayores santos? ¿Acaso he derrochado menos locura para salvaguardar mis contradicciones que la derrochada por ellos para superar las suyas?




* Cuando la Idea buscaba un refugio, debía de estar carcomida para no encontrar más que la hospitalidad del cerebro.




* Técnica que practicamos a costa nuestra, el psicoanálisis degrada nuestros riesgos, nuestros peligros, nuestros abismos; nos despoja de nuestras impurezas, de todo lo que nos hacía curiosos de nosotros mismos.




* Que haya o no solución a los problemas, eso no preocupa más que a una minoría; que los sentimientos no tengan ninguna salida, que no desemboquen en nada, que se pierdan en ellos mismos, he ahí el drama inconsciente de todos, el insoluble afectivo que cada uno sufre sin pensar en él.




* Profundizar una idea es atentar contra ella: quitarle todo su encanto y hasta la vida...




* Con un poco más de fiebre en el nihilismo, me sería posible negándolo todo sacudir mis dudas y triunfar sobre ellas. Pero sólo tengo el gusto de la negación, no su don.




* Haber conocido la fascinación de los extremos y haberse detenido en algún lugar situado entre el diletantismo y la dinamita.




* Debería ser lo Intolerable, y no la Evolución, el tema preferido de la biología.




* Mi cosmogonía añade al caos original una infinidad de puntos suspensivos.




* Cada vez que tenemos una idea, algo se pudre en nosotros.




* Todo problema profana un misterio; a su vez, al problema lo profana su solución.




* Lo patético revela una profundidad de mal gusto; como esa voluptuosidad de la sedición en la que se complacieron un Lutero, un Rousseau, un Retoben, un Nietzsche. Los grandes acentos plebeyez de los solitarios...




* Esa necesidad de remordimientos que precede al Mal, mejor dicho, que lo crea...




* ¿Soportaría yo un solo día sin esta caridad de mi locura, que a diario me promete el Juicio Final para el día siguiente?




* Sufrimos: el mundo exterior comienza a existir...; sufrimos demasiado: desaparece. El dolor lo suscita únicamente para desenmascarar su irrealidad.




* El pensamiento que se libera de todo prejuicio se disgrega e imita la incoherencia y la dispersión de las cosas que quiere aprehender. Con ideas "fluidas" se extiende uno sobre la realidad, se adhiere uno a ella, pero no se la explica. Así, se paga caro el "sistema" que no se ha deseado.




* Lo Real me produce asma.




* Nos repugna llevar hasta sus últimas consecuencias un pensamiento deprimente, aunque sea inatacable; lo soportamos hasta el momento en que nos afecta las entrañas, en que comienza a ser malestar, verdad y desastre de la carne. Nunca he leído un sermón de Buda o una página de Schopenhauer sin verlo todo de color rosa...




* Encontramos Sutileza: en los teólogos. Al no poder probar lo que proponen, están obligados a practicar tal cantidad de distinciones que con ellas perturban el espíritu que es lo que desean. ¡Qué virtuosismo se necesita para clasificar a los ángeles en decenas de especies! Y eso sin insistir en Dios: su "infinito" ha malogrado numerosos cerebros, desgastándolos; en los ociosos en los mundanos, en las razas indolentes, en todos aquellos que se alimentan de palabras. La conversación, madre de la sutileza... Por haber sido insensibles a ella, los alemanes se hundieron en la metafísica. Por el contrario, los pueblos habladores, los antiguos griegos o los franceses, expertos en los encantos del espíritu, sobresalieron en la técnica de las futilidades; en los perseguidos. Obligados a la mentira, a la argucia, al engaño, llevan una vida doble y falsa: la insinceridad por necesidad excita la inteligencia. Seguros de sí mismos, los ingleses son aburridos: pagan de esa manera los siglos de libertad que han podido vivir sin recurrir a la astucia, a la sonrisa hipócrita, a las artimañas. Se comprende así por qué, en el polo opuesto, los judíos poseen el privilegio de ser el pueblo más despierto; en las mujeres. Condenadas al pudor, deben disimular sus deseos y mentir: la mentira es una forma de talento, mientras que el respeto de la "verdad" corre parejo de la grosería y de la tosquedad; en los tarados que no se hallan internados, en los pervertidos con quienes soñaría un código penal ideal.




* Cuando uno es joven, practica la filosofía, menos para buscar en ella una visión que un estimulante; uno se dedica a las ideas, adivina el delirio que las ha producido, sueña con imitarlo y exagerarlo. La adolescencia se complace en el malabarismo de las alturas; en los pensadores ama al saltimbanqui; en Nietzche nos gustaba Zaratustra, sus poses, sus payasadas místicas, verdadera feria de cumbres... Su idolatría de la fuerza es menos un signo de esnobismo evolucionista que una tensión interior proyectada hacia fuera, una embriaguez que interpreta y acepta el devenir. De ello tenía que resultar una falsa imagen de la vida y de la historia. Pero era necesario pasar por ahí, por la orgía filosófica, por el culto de la vitalidad. Quienes se negaron a ello no conocerán jamás sus consecuencias, el reverso y las muecas de ese culto; no comprenderán nunca las raíces de la decepción. Como Nietzsche, creíamos en la perpetuidad de nuestros trances; gracias a la madurez de nuestro cinismo, fuimos más lejos aún que él. La idea del superhombre nos parece hoy una mera lucubración; entonces la encontrábamos tan exacta como un dato experimental. Así se eclipsó el ídolo de nuestra juventud. Pero ¿cuál de ellos en el caso de que hubiera varios permanece aún? Es el experto en decadencias, el psicólogo agresivo, no solamente observador como los moralistas, que escruta como un enemigo y se crea enemigos; pero sus enemigos los extrae de sí mismo, como los vicios que denuncia. ¿Se ensaña con los débiles?, practica la introspección; y cuando ataca la decadencia, describe su propio estado. Todo su odio se dirige indirectamente contra sí mismo. Proclama sus debilidades y las erige en ideal; si se detesta, el cristianismo o el socialismo sufren las consecuencias. Su diagnóstico del nihilismo es irrefutable: porque él mismo es nihilista y lo confiesa. Panfletario enamorado de sus adversarios, no habría podido soportarse de no haber combatido contra sí mismo, de no haber instalado sus miserias en otro lugar, en los demás: se vengó en ellos de lo que él fue. Habiendo practicado la psicología como héroe, propone a los apasionados de lo Inextricable una diversidad de callejones sin salida. Medimos su fecundidad en las posibilidades que nos ofrece de repudiarle continuamente sin acabar con él. Espíritu nómada, es un experto en variar de desequilibrios. Ha sostenido siempre el pro y el contra de todo: es el procedimiento de quienes se dedican a la especulación por no haber podido escribir tragedias o dispersarse en múltiples destinos. Lo cierto es que Nietzsche, exponiendo sus histerias, nos ha desembarazado del pudor de las nuestras; sus miserias nos han sido provechosas. El inauguró la era de los "complejos".




* El filósofo "generoso" olvida, en detrimento propio, que de un sistema sólo sobreviven las verdades nocivas.




* En la época en que, por inexperiencia, se le coge gusto a la filosofía, yo decidí, como todo el mundo, hacer una tesis. ¿Qué tema escoger? Quería uno manido e insólito a la vez. Cuando creí haberlo encontrado corrí a comunicárselo a mi profesor. ¿Qué le parece una Teoría general del llanto? Me siento capaz de trabajar en ello. Es posible, me dijo, pero le va a costar encontrar bibliografía. Si es por eso, no importa. La Historia entera me respaldará con su autoridad, les respondí con un tono de impertinencia y de triunfo. Pero como, impaciente, me miraba con desdén, decidí en el acto liquidar al discípulo que había en mí.




* En la antigüedad, el filósofo que no escribía, pero pensaba, no se exponía al desprecio; desde que nos postramos ante la eficacia, la obra se ha convertido en el absoluto del vulgo; a quienes no producen se les considera "fracasados". Sin embargo, esos "fracasados" habrían sido los sabios de otros tiempos; ellos rehabilitarán a nuestra época por no haber dejado trazas en ella.




* Se acerca el momento en que el escéptico, tras haberlo cuestionado todo, no tendrá ya de qué dudar; será entonces cuando realmente suprimirá su juicio. ¿Qué le quedará? Divertirse o dormitar la frivolidad o la animalidad.




* Más de una vez he llegado a entrever el otoño del cerebro, el desenlace de la conciencia, la última escena de la razón, y luego una luz que me helaba la sangre.




* Hacia una sabiduría vegetal: abjuraría de todos mis terrores por la sonrisa de un árbol...