Sobre la Complejidad; en torno a Edgar Morin
Edgar Morin nos ofrece una primera aproximación a la complejidad: "A primera vista la complejidad es un tejido (complexus: lo que está tejido en su conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo multiple."
La complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado,y muestra en un matrimonio a vena de serpientes, el Orden con su eterno contrincante el Caos.
Plantea la Complejidad en conjunción dos términos que parecen autoexcluirse, pero que, a poco que volvamos sobre nosotros mismos los encontramos muy íntimamente entrelazados. La vida cotidiana es una vida en la que cada uno juega varios roles sociales. Cada ser tiene una multiplicidad de personalidades en sí mismo, un mundo de fantasmas y sueños que acompañan su vida.
La vida humana no se deja domeñar fácilmente por ninguna ley o principio que pueda imponer el Paradigma de la Simplicidad, que pone Orden en el Universo y persigue todo tipo de Desorden y Caos. La Simplicidad, que o bien separa lo unido, o bien unifica lo que es diverso, nos presenta la pareja Disyunción/Reducción, frente a la que se opone con energía el dúo maldito de la complejidad: Orden y Caos. Diversas patologías afectan al pensamiento moderno: la hiper-simplificación que ciega al espíritu a la complejidad de lo real; el idealismo, donde la idea oculta a la realidad que pretende traducir; el dogmatismo, que encierra a la teoría en sí misma, la racionalización que encierra lo real en un sistema coherente. "Estas cegueras son parte de nuestra barbarie. Estamos siempre en la prehistoria del espíritu humano. Solo el pensamiento complejo nos permitirá civilizar nuestro conocimiento."
Volviendo a nosotros otra vez, somos seres biológicos, pero no solo eso. También somos seres culturales, meta-biológicos, que vivimos en un universo de lenguaje, de ideas y de conciencia, y también somos seres físico-químicos compuestos de elementos que se comunican entre sí, sin que nosotros tengamos consciencia de esa comunicación.
Cuando amamos, amamos biológicamente, nuestros genes buscan su perpetuación, su difusión; amamos culturalmente, perseguimos un ideal que ha sido amasado en nosotros a través de la educación (o como reacción a ella); amamos químicamente, nuestras glándulas liberan sustancias que excitan y atraen a otras glándulas que se nos acercan; amamos también inconscientemente, nuestros instintos buscan aliviar tensiones producidas por nuestras pulsiones, y por último, amamos sin saber porque amamos.
Comprobamos como nosotros mismos podemos ser múltiples siendo únicos como somos.
Valdría esta frase de Pascal para ilustrar la inseparabilidad que afecta a todo aquello con lo que nos enfrentamos, a todo lo que se nos presenta de forma compleja: "Siendo todas las cosas causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y relacionándose todas por un vínculo natural e insensible que vincula a las más alejadas y a las más distintas, considero imposible conocer las partes sin conocer el todo, y también conocer el todo sin conocer las partes."
Ahora, con Pascal, para conocer la realidad no podemos renunciar ni al todo, ni a las partes, con lo que esbozamos uno de los tres principios que según Morin nos pueden ayudar a pensar la complejidad: el Principio hologramático, en el que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo, en cierto modo, esta en la parte. Las relaciones que se establecen entre el todo y las partes son complejas: la unión de las diversas partes constituye el todo, que a su vez retroactúa sobre los diversos elementos que lo constituyen confiriéndoles propiedades de las que antes carecían. La relación del todo con las partes no es meramente acumulativa, es solidaria. Las partes conforman el todo, pero este a su vez retroactúa sobre las partes confiriéndoles propiedades nuevas, de las que carecían antes de combinarse entre sí. El producto es productor de lo que produce, y el efecto causante de lo que causa. Lo que Morin viene a llamar principio recursivo organizacional, que junto al principio dialógico - que se basa en la asociación compleja de instancias necesarias juntas para la existencia, el funcionamiento, y el desarrollo de un fenómeno organizado - y junto al principio hologramático - en el que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo, en cierto modo, está en las partes- constituyen los instrumentos que nos ayudan a movernos en la Complejidad.
No podemos contentarnos con encontrar la certidumbre en los fundamentos del conocimiento clásico, en la separabilidad de los objetos, y en la lógica deductivo-identitaria.
El conocimiento complejo afronta esa incertidumbre, esa inseparabilidad, y esas insuficiencias.
Nos encontramos con que ya no hay un fundamento único o último para el conocimiento, "en un universo donde Caos, desordenes y azares nos obligan a negociar con las incertidumbres". Aunque el reconocimiento de no poder encontrar certidumbre allí donde no la hay, constituye ya de por sí una certidumbre.
La aceptación de la confusión puede convertirse en un medio para resistir a la simplificación mutiladora. Nos falta un método en el comienzo, pero podemos disponer de un a-método en el que la ignorancia, incertidumbre, confusión, se convierten en virtudes.
Nuestra expuesta pretensión de no renunciar al todo y a las partes parece convertirse en una empresa imposible, deviene un circulo vicioso, atenazado por la imposibilidad lógica, la imposibilidad del saber enciclopédico y por la renuncia omnipotente del principio de disyunción y la ausencia de un nuevo principio de organización del saber.
Nos las tenemos entonces con "un círculo vicioso de amplitud enciclopédica que no dispone ni de principio, ni de método para organizarse." Un círculo que nos atrapa, que nos devora como si fuéramos la serpiente Uro-boros. Sólo podemos conservar la circularidad, engarzarnos en el círculo para no ser inscritos por él. La pretensión de eliminar las contradicciones, las antinomias, se demuestra ilusoria. Querer romper la circularidad nos lleva a caer de nuevo bajo el principio de disyunción/reducción.
Conservar la circularidad es "respetar las condiciones objetivas del conocimiento humano", que conlleva siempre paradoja e incertidumbre. La circularidad nos permite un conocimiento que reflexiona sobre sí mismo, transformando el círculo vicioso en círculo virtuoso. Hay que velar, como nos recuerda Morin, por no apartarse de la circularidad: "El círculo será nuestra rueda, nuestra ruta será espiral".
La insuperable pretensión de enciclopedismo no debe ser tomada en términos puramente acumulativos, se trata ahora de poner el saber en ciclo, articular lo que esta disociado y debería estar fundamentalmente junto.
Necesitamos reaprender a aprender, constituyendo "un principio organizador del conocimiento que asocia a la descripción del objeto, la descripción de la descripción, y el desenterramiento del descriptor. Nos encontramos ante el nacimiento de un nuevo paradigma: el Paradigma de la Complejidad, que se empieza a gestar en las crisis que afectan al conocimiento en nuestro siglo. Un Paradigma que acepta "que el único conocimiento que vale es aquel que se nutre de incertidumbre y que el único pensamiento que vive es aquel que se mantiene a la temperatura de su propia destrucción."
El mundo físico nos ofrece un ejemplo de cohabitación entre Orden y Caos. Así las estrellas, son a la vez formidables máquinas de relojería - producen Orden, Organización - son Cosmos, y también son auténtico Caos: son fuego ardiendo en una autoconsumición insensata, se crean, se autoorganizan en la temperatura misma de su destrucción, viven en la catástrofe continua.
También podríamos decir esto de algo más cercano a nosotros, de nosotros mismos, otra vez Caos y Orden, otra vez resultamos complejos.
El Caos que se gesta en las estrellas produce interacciones, que, a su vez, permiten los encuentros que se traducen en Organización: los átomos. La relación Caos / Interacción / Organización / Orden está presente en todos los fenómenos complejos, se convierte en Tetrálogo. El Orden y el Desorden se coproducen mutuamente, se necesitan; mantienen una relación solidaria, una relación que es genésica. Y la genesis no ha cesado, seguimos estando en la nube que se dilata, en un universo que sigue en expansión.
La complejidad surge en las ciencias físicas, paradójicamente las más reductoras, y precisamente por eso mismo. El 2º principio de la Termodinámica, el universo en expansión de Hubble, la Teoría de la Relatividad, constituyen algunas de las fisuras a través de las que la complejidad se abre paso en el mundo físico, son las puertas por las que entran los conceptos de Caos, de Organización, de Expansión,….que convierten en ruinas lo que se había creído un edificio sólido. Y tras estas ruinas, nos encontramos con que toda observación, todo conocimiento, es siempre relativo a un observador, a un sujeto que conceptúa. Un observador que no es un ente puro, y que no puede desasirse de sus condicionamientos bio-antropológicos, culturales, psicológicos… De nuevo, como no, otra vez, nosotros mismos.
Así se presenta la necesidad de articular la física a la antropo-sociología, intentando construir un círculo virtuoso, siguiendo una ruta compleja, una ruta espiral. La Complejidad de lo real necesita ser pensada a través de macro-conceptos, necesitamos pensar mediante "constelación y solidaridad de conceptos."
La Complejidad es el desafío, no la respuesta. El paradigma de la complejidad es una empresa que se esta gestando, que vendrá de la mano de nuevos conceptos, de nuevas visiones, de nuevos descubrimientos, y de nuevas reflexiones que se conectaran y reunirán. Es una apertura teórica, una teoría abierta que requiere de nuestro esfuerzo para elaborarse. Que requiere lo más simple y lo más dificil: "cambiar las bases de partida del razonamiento, las relaciones asociativas y repulsivas entre algunos conceptos iniciales, pero de las cuales depende toda la estructura del razonamiento, todos los desarrollos discursivos posibles".
Pensamos con Ignacio Salazar que no basta con denunciar que el desierto crece, hay que plantar, con Morin, árboles.
Obras de Edgar Morin
-El hombre y la muerte, Barcelona, Kairós, 1979
-El espíritu del tiempo, Barcelona, Taurus, 1966
-Diario de California, Madrid, Fundamentos, 1973.
-Las stars, Barcelona, Dopesa, 1972.
-El cine o el hombre imaginario, Barcelona, Seix-Barral, 1980.
-Autocrítica, Barcelona, Kairós, 1976.
-El paradigma perdido. Ensayo de Bioantropología, Barcelona, Kairós, 1974.
-El método, vol. 1, La naturaleza de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1981; vol. 2, La vida de la vida, Madrid, Cátedra, 1983; vol. 3, El conocimiento del conocimiento, Madrid, Cátedra, 1988; vol. 4, Las ideas, Madrid, Cátedra, 1992
-Para salir del siglo XX, Barcelona, Kairós, 1982.
-Ciencia con conciencia, Barcelona, Antrophos, 1984.
-De la naturaleza de la URSS, Barcelona, Antrophos, 1985.
-Pensar Europa, Barcelona, Gedisa, 1988.
-Tierra-Patria, Barcelona, Kairós, 1993
-Sociología, Barcelona, Gedisa, 1997
-Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 1997.
La complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado,y muestra en un matrimonio a vena de serpientes, el Orden con su eterno contrincante el Caos.
Plantea la Complejidad en conjunción dos términos que parecen autoexcluirse, pero que, a poco que volvamos sobre nosotros mismos los encontramos muy íntimamente entrelazados. La vida cotidiana es una vida en la que cada uno juega varios roles sociales. Cada ser tiene una multiplicidad de personalidades en sí mismo, un mundo de fantasmas y sueños que acompañan su vida.
La vida humana no se deja domeñar fácilmente por ninguna ley o principio que pueda imponer el Paradigma de la Simplicidad, que pone Orden en el Universo y persigue todo tipo de Desorden y Caos. La Simplicidad, que o bien separa lo unido, o bien unifica lo que es diverso, nos presenta la pareja Disyunción/Reducción, frente a la que se opone con energía el dúo maldito de la complejidad: Orden y Caos. Diversas patologías afectan al pensamiento moderno: la hiper-simplificación que ciega al espíritu a la complejidad de lo real; el idealismo, donde la idea oculta a la realidad que pretende traducir; el dogmatismo, que encierra a la teoría en sí misma, la racionalización que encierra lo real en un sistema coherente. "Estas cegueras son parte de nuestra barbarie. Estamos siempre en la prehistoria del espíritu humano. Solo el pensamiento complejo nos permitirá civilizar nuestro conocimiento."
Volviendo a nosotros otra vez, somos seres biológicos, pero no solo eso. También somos seres culturales, meta-biológicos, que vivimos en un universo de lenguaje, de ideas y de conciencia, y también somos seres físico-químicos compuestos de elementos que se comunican entre sí, sin que nosotros tengamos consciencia de esa comunicación.
Cuando amamos, amamos biológicamente, nuestros genes buscan su perpetuación, su difusión; amamos culturalmente, perseguimos un ideal que ha sido amasado en nosotros a través de la educación (o como reacción a ella); amamos químicamente, nuestras glándulas liberan sustancias que excitan y atraen a otras glándulas que se nos acercan; amamos también inconscientemente, nuestros instintos buscan aliviar tensiones producidas por nuestras pulsiones, y por último, amamos sin saber porque amamos.
Comprobamos como nosotros mismos podemos ser múltiples siendo únicos como somos.
Valdría esta frase de Pascal para ilustrar la inseparabilidad que afecta a todo aquello con lo que nos enfrentamos, a todo lo que se nos presenta de forma compleja: "Siendo todas las cosas causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y relacionándose todas por un vínculo natural e insensible que vincula a las más alejadas y a las más distintas, considero imposible conocer las partes sin conocer el todo, y también conocer el todo sin conocer las partes."
Ahora, con Pascal, para conocer la realidad no podemos renunciar ni al todo, ni a las partes, con lo que esbozamos uno de los tres principios que según Morin nos pueden ayudar a pensar la complejidad: el Principio hologramático, en el que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo, en cierto modo, esta en la parte. Las relaciones que se establecen entre el todo y las partes son complejas: la unión de las diversas partes constituye el todo, que a su vez retroactúa sobre los diversos elementos que lo constituyen confiriéndoles propiedades de las que antes carecían. La relación del todo con las partes no es meramente acumulativa, es solidaria. Las partes conforman el todo, pero este a su vez retroactúa sobre las partes confiriéndoles propiedades nuevas, de las que carecían antes de combinarse entre sí. El producto es productor de lo que produce, y el efecto causante de lo que causa. Lo que Morin viene a llamar principio recursivo organizacional, que junto al principio dialógico - que se basa en la asociación compleja de instancias necesarias juntas para la existencia, el funcionamiento, y el desarrollo de un fenómeno organizado - y junto al principio hologramático - en el que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo, en cierto modo, está en las partes- constituyen los instrumentos que nos ayudan a movernos en la Complejidad.
No podemos contentarnos con encontrar la certidumbre en los fundamentos del conocimiento clásico, en la separabilidad de los objetos, y en la lógica deductivo-identitaria.
El conocimiento complejo afronta esa incertidumbre, esa inseparabilidad, y esas insuficiencias.
Nos encontramos con que ya no hay un fundamento único o último para el conocimiento, "en un universo donde Caos, desordenes y azares nos obligan a negociar con las incertidumbres". Aunque el reconocimiento de no poder encontrar certidumbre allí donde no la hay, constituye ya de por sí una certidumbre.
La aceptación de la confusión puede convertirse en un medio para resistir a la simplificación mutiladora. Nos falta un método en el comienzo, pero podemos disponer de un a-método en el que la ignorancia, incertidumbre, confusión, se convierten en virtudes.
Nuestra expuesta pretensión de no renunciar al todo y a las partes parece convertirse en una empresa imposible, deviene un circulo vicioso, atenazado por la imposibilidad lógica, la imposibilidad del saber enciclopédico y por la renuncia omnipotente del principio de disyunción y la ausencia de un nuevo principio de organización del saber.
Nos las tenemos entonces con "un círculo vicioso de amplitud enciclopédica que no dispone ni de principio, ni de método para organizarse." Un círculo que nos atrapa, que nos devora como si fuéramos la serpiente Uro-boros. Sólo podemos conservar la circularidad, engarzarnos en el círculo para no ser inscritos por él. La pretensión de eliminar las contradicciones, las antinomias, se demuestra ilusoria. Querer romper la circularidad nos lleva a caer de nuevo bajo el principio de disyunción/reducción.
Conservar la circularidad es "respetar las condiciones objetivas del conocimiento humano", que conlleva siempre paradoja e incertidumbre. La circularidad nos permite un conocimiento que reflexiona sobre sí mismo, transformando el círculo vicioso en círculo virtuoso. Hay que velar, como nos recuerda Morin, por no apartarse de la circularidad: "El círculo será nuestra rueda, nuestra ruta será espiral".
La insuperable pretensión de enciclopedismo no debe ser tomada en términos puramente acumulativos, se trata ahora de poner el saber en ciclo, articular lo que esta disociado y debería estar fundamentalmente junto.
Necesitamos reaprender a aprender, constituyendo "un principio organizador del conocimiento que asocia a la descripción del objeto, la descripción de la descripción, y el desenterramiento del descriptor. Nos encontramos ante el nacimiento de un nuevo paradigma: el Paradigma de la Complejidad, que se empieza a gestar en las crisis que afectan al conocimiento en nuestro siglo. Un Paradigma que acepta "que el único conocimiento que vale es aquel que se nutre de incertidumbre y que el único pensamiento que vive es aquel que se mantiene a la temperatura de su propia destrucción."
El mundo físico nos ofrece un ejemplo de cohabitación entre Orden y Caos. Así las estrellas, son a la vez formidables máquinas de relojería - producen Orden, Organización - son Cosmos, y también son auténtico Caos: son fuego ardiendo en una autoconsumición insensata, se crean, se autoorganizan en la temperatura misma de su destrucción, viven en la catástrofe continua.
También podríamos decir esto de algo más cercano a nosotros, de nosotros mismos, otra vez Caos y Orden, otra vez resultamos complejos.
El Caos que se gesta en las estrellas produce interacciones, que, a su vez, permiten los encuentros que se traducen en Organización: los átomos. La relación Caos / Interacción / Organización / Orden está presente en todos los fenómenos complejos, se convierte en Tetrálogo. El Orden y el Desorden se coproducen mutuamente, se necesitan; mantienen una relación solidaria, una relación que es genésica. Y la genesis no ha cesado, seguimos estando en la nube que se dilata, en un universo que sigue en expansión.
La complejidad surge en las ciencias físicas, paradójicamente las más reductoras, y precisamente por eso mismo. El 2º principio de la Termodinámica, el universo en expansión de Hubble, la Teoría de la Relatividad, constituyen algunas de las fisuras a través de las que la complejidad se abre paso en el mundo físico, son las puertas por las que entran los conceptos de Caos, de Organización, de Expansión,….que convierten en ruinas lo que se había creído un edificio sólido. Y tras estas ruinas, nos encontramos con que toda observación, todo conocimiento, es siempre relativo a un observador, a un sujeto que conceptúa. Un observador que no es un ente puro, y que no puede desasirse de sus condicionamientos bio-antropológicos, culturales, psicológicos… De nuevo, como no, otra vez, nosotros mismos.
Así se presenta la necesidad de articular la física a la antropo-sociología, intentando construir un círculo virtuoso, siguiendo una ruta compleja, una ruta espiral. La Complejidad de lo real necesita ser pensada a través de macro-conceptos, necesitamos pensar mediante "constelación y solidaridad de conceptos."
La Complejidad es el desafío, no la respuesta. El paradigma de la complejidad es una empresa que se esta gestando, que vendrá de la mano de nuevos conceptos, de nuevas visiones, de nuevos descubrimientos, y de nuevas reflexiones que se conectaran y reunirán. Es una apertura teórica, una teoría abierta que requiere de nuestro esfuerzo para elaborarse. Que requiere lo más simple y lo más dificil: "cambiar las bases de partida del razonamiento, las relaciones asociativas y repulsivas entre algunos conceptos iniciales, pero de las cuales depende toda la estructura del razonamiento, todos los desarrollos discursivos posibles".
Pensamos con Ignacio Salazar que no basta con denunciar que el desierto crece, hay que plantar, con Morin, árboles.
Obras de Edgar Morin
-El hombre y la muerte, Barcelona, Kairós, 1979
-El espíritu del tiempo, Barcelona, Taurus, 1966
-Diario de California, Madrid, Fundamentos, 1973.
-Las stars, Barcelona, Dopesa, 1972.
-El cine o el hombre imaginario, Barcelona, Seix-Barral, 1980.
-Autocrítica, Barcelona, Kairós, 1976.
-El paradigma perdido. Ensayo de Bioantropología, Barcelona, Kairós, 1974.
-El método, vol. 1, La naturaleza de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1981; vol. 2, La vida de la vida, Madrid, Cátedra, 1983; vol. 3, El conocimiento del conocimiento, Madrid, Cátedra, 1988; vol. 4, Las ideas, Madrid, Cátedra, 1992
-Para salir del siglo XX, Barcelona, Kairós, 1982.
-Ciencia con conciencia, Barcelona, Antrophos, 1984.
-De la naturaleza de la URSS, Barcelona, Antrophos, 1985.
-Pensar Europa, Barcelona, Gedisa, 1988.
-Tierra-Patria, Barcelona, Kairós, 1993
-Sociología, Barcelona, Gedisa, 1997
-Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 1997.