El sistema idealista de Hegel
Hegel (1770-1831) ha sido, después de Kant, el pensador que en forma directa o indirecta ha ejercido mayor y más prolongada influencia en el pensamiento moderno. Espíritu enciclopédico y profundo, encontró una formulación básica del evolucionismo filosófico, y explotó todos los horizontes del pensamiento sistemático. Por lo que dice a su ubicación dentro del mundo conceptual, fue un idealista trascendental, en cuanto para él toda realidad es producto de la razón.
A. La filosofía de la historia y sus tesis centrales
A. La filosofía de la historia y sus tesis centrales
El pensamiento de Hegel llegó a su total maduración en la parte final de su Enciclopedia de las ciencias filosóficas, al igual que en su Filosofía del Derecho (1821). El sistema hegeliano se divide en tres grandes ramas: a) La Lógica, o doctrina de "la idea"; b) La Filosofía de la Naturaleza y c) La Filosofía del Espíritu. Esta última a su turno, se subdivide en cuatro disciplinas fundamentales: 1. Psicología; 2. Ética; 3. Filosofía del Derecho, del Estado y de la Historia; 4. Filosofía de la Religión. 1
Como la razón gobierna el mundo, la historia universal se realiza dentro de cauces y pautas "racionales". Pero para Hegel la idea es lo verdadero, lo eterno, la realidad misma. Existe un espíritu o idea universal que, en función de una ática trascendental y justiciera, rige el acontecer. Instrumentos de ese espíritu son los pueblos y las grandes personalidades. Sin embargo, explicar la historia -según Hegel- consiste ante todo en "descubrir las pasiones de los hombres, su genio, sus fuerzas activas". Por lo demás, en cada una de las edades del mundo, un pueblo conquista la hegemonía intelectual sobre los demás, y así los cuatro estadios históricos de la humanidad han sido el oriental, el griego, el romano y el germánico.
Cada estadio evoluciona según las leyes del "perpetuo devenir". Y cada uno de ellos constituye la tesis del que le sigue y la antítesis del que le precede. Esto resulta también aplicable a los diversos períodos en que se subdivide cada uno de tales estadios o grandes épocas históricas. No hay que olvidar que este proceso, para Hegel, no es simplemente mecánico, precisamente porque los medios de que el espíritu universal se sirve para conseguir los fines del universo son las actividades de los pueblos y los individuos. Además, el Estado es el presupuesto necesario de toda interpretación racional de la historia: son los pueblos organizados en Estados los que evolucionan hacia una finalidad trascendente. A esto llama Hegel "la razón del mundo".
Ahora bien: dicha "finalidad trascendental" no es otra que la fusión o unión total de lo universal (la "razón del mundo") con la conciencia individual. Pero tal unión sólo es posible cuando el individuo se capta o comprende a sí mismo, momento en que lo finito y lo infinito se identifican. Este proceso ocurre en todas las "formas del espíritu absoluto", que son el arte, la religión y la filosofía. Pero la unión de lo universal y de la conciencia individual debe entenderse, dentro del contexto del pensamiento hegeliano y para los fines de la interpretación de la historia, como la fusión del Estado y de la conciencia cultural, a la que llama Hegel "espíritu del pueblo". Es algo así como una armonía superior entre las formas de coexistencia social y la idiosincrasia de cada pueblo, idiosincrasia en la que se revela su destino. 2
B. La dialéctica hegeliana y sus consecuencias para la filosofía de la historia
Como la razón gobierna el mundo, la historia universal se realiza dentro de cauces y pautas "racionales". Pero para Hegel la idea es lo verdadero, lo eterno, la realidad misma. Existe un espíritu o idea universal que, en función de una ática trascendental y justiciera, rige el acontecer. Instrumentos de ese espíritu son los pueblos y las grandes personalidades. Sin embargo, explicar la historia -según Hegel- consiste ante todo en "descubrir las pasiones de los hombres, su genio, sus fuerzas activas". Por lo demás, en cada una de las edades del mundo, un pueblo conquista la hegemonía intelectual sobre los demás, y así los cuatro estadios históricos de la humanidad han sido el oriental, el griego, el romano y el germánico.
Cada estadio evoluciona según las leyes del "perpetuo devenir". Y cada uno de ellos constituye la tesis del que le sigue y la antítesis del que le precede. Esto resulta también aplicable a los diversos períodos en que se subdivide cada uno de tales estadios o grandes épocas históricas. No hay que olvidar que este proceso, para Hegel, no es simplemente mecánico, precisamente porque los medios de que el espíritu universal se sirve para conseguir los fines del universo son las actividades de los pueblos y los individuos. Además, el Estado es el presupuesto necesario de toda interpretación racional de la historia: son los pueblos organizados en Estados los que evolucionan hacia una finalidad trascendente. A esto llama Hegel "la razón del mundo".
Ahora bien: dicha "finalidad trascendental" no es otra que la fusión o unión total de lo universal (la "razón del mundo") con la conciencia individual. Pero tal unión sólo es posible cuando el individuo se capta o comprende a sí mismo, momento en que lo finito y lo infinito se identifican. Este proceso ocurre en todas las "formas del espíritu absoluto", que son el arte, la religión y la filosofía. Pero la unión de lo universal y de la conciencia individual debe entenderse, dentro del contexto del pensamiento hegeliano y para los fines de la interpretación de la historia, como la fusión del Estado y de la conciencia cultural, a la que llama Hegel "espíritu del pueblo". Es algo así como una armonía superior entre las formas de coexistencia social y la idiosincrasia de cada pueblo, idiosincrasia en la que se revela su destino. 2
B. La dialéctica hegeliana y sus consecuencias para la filosofía de la historia
Tal como escribe Engels, "en el sistema de Hegel todo el universo de la naturaleza, de la historia y del espíritu se describe como un proceso; es decir, como algo en constante movimiento, en perpetuo cambio y evolución". Esta dialéctica dinámica de signo idealista se opone radicalmente a una lógica estática y formal. Ante todo, Hegel afirma que el principio de identidad es falso, porque es una simple abstracción: todo A es A y no es A a un mismo tiempo. Por qué? Porque siendo todavía lo que es, está dejando de ser lo que es para pasar a otro estadio evolutivo. De donde no es el principio de identidad, sino el de contradicción, la base misma del mundo orgánico y del inorgánico. Finalmente, el principio de la exclusión del medio carece de validez, ya que la contradicción es realidad y el término medio aristotélico (solución "equitativa" entre el exceso y el defecto) es irreal, porque toda realidad es tránsito permanente.
La lógica hegeliana del movimiento podría condensarse en tres postulados:
Primero. A no es siempre A, no es algo idéntico a sí mismo porque se transforma, porque deviene;
Segundo. A' es A' y nos es A', es decir, que es y no es al mismo tiempo, lo que quiere decir que toda unidad contiene contrarios: en el seno de todo
fenómeno existe una contradicción que es necesario descubrir y que constituye la esencia de la dialéctica, y
Tercero. A' y no A' devienen A", lo que equivale a decir que la contradicción que existe dentro de la unidad se resuelve o supera en un estadio o grado superior. Esta lucha interna de afirmación y negación, tesis y antítesis, nos lleva a la negación de la negación, o sea a la síntesis.
En La Ciencia de la Lógica escribió Hegel: -"La contradicción es la raíz de toda vida y de todo movimiento. No es sino en la medida en que una cosa contiene en sí misma el germen de la contraria, nomo ella vive y se agita". Y añade que donde no existe contradicción interna, el ser o la cosa mueren sin llegar a devenir. Lo más importante, sin embargo, es que la síntesis a que se llega por la oposición de los contrarios lleva en sí misma una nueva contradicción, que al negarse a sí misma ha de resolverse en una nueva síntesis, y así sucesivamente. Hegel llama tesis a la afirmación, antítesis a la negación y síntesis a la negación de la negación. Esta es la célebre tríada hegeliana, que es una de las claves más valiosas para la interpretación filosófica del acontecer histórico.
C. La ideas políticas de Hegel y las consecuencias de su dialéctica
En el terreno de la política, y especialmente de la política nacionalista, no puede Hegel superar la realidad de su tiempo y la dimensión de su propio pueblo. Y fue así como sostuvo que el Estado Prusiano y el sistema de la Santa Alianza constituían un orden racional que se justificaba histórica y éticamente. En contradicción con esta posición -y tal como lo advierte Messer- Hegel formulaba como principio de la evolución histórica "el progreso en la conciencia de la libertad". En lo cual coincidió con las tesis y los ideales del liberalismo político.
Por vía negativa, el pensamiento de Hegel influyó decisivamente en la formulación de la dialéctica marxista, tal como lo veremos adelante. Ocurre que, según los filósofos neo-materialistas, la dialéctica hegeliana "adolece de un pecado original", el haber sido formulada "al revés", partiendo de la idea y no de "la realidad". Es lo que censura Engels, precisamente, en su obra El socialismo moderno: -" era idealista, es decir, que las ideas de su cabeza no eran, para él, imágenes más o menos abstractas de las cosas y de los fenómenos de la realidad, sino que estas cosas y su desarrollo se le antojaban, por el contrario, proyecciones realizadas de una 'idea', existente no se sabe dónde antes del mundo. Esta visión lo trastrocaba todo y volvía de revés completamente la concatenación del universo (...)".
En El Capital, escribe Marx: -"Mi método dialéctico no sólo es fundamentalmente distinto del método de Hegel, sino que es, en todo y por todo, su reverso. Para Hegel, el proceso del pensamiento -al que convierte bajo el nombre de idea en sujeto con vida propia- es el demiurgo de lo real, y lo real la forma externa en que toma cuerpo. Para mí, lo ideal no es más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre". Así, paradójicamente, el idealismo trascendental de Hegel sirve de base, bien que invertido, al materialismo dialéctico y al materialismo histórico. Porque los marxistas, tomando su sistema evolucionista y aceptando la tríada eh que se formula, llegan a conclusiones diametralmente opuestas a las del ilustre pensador alemán.
La teoría del Estado, la del Derecho y la Filosofía de la Historia constituyen partes del conjunto sistemático de la filosofía hegeliana. Tesis centrales mediante las cuales se va concatenando ese conjunto son las siguientes:
1) El desarrollo paulatino de la Idea hacia el "espíritu universal" constituye la Historia en su acepción filosófica y dinámica;
2) La Historia consiste, por consiguiente, en la creciente plenitud del espíritu universal o "espíritu del mundo", y en su captación por la conciencia del hombre;
3) El "espíritu" no se desarrolla arbitrariamente, sino de acuerdo con leyes conformes a su propia naturaleza, leyes que son esencialmente lógicas;
4) La dialéctica es la ley del tal desarrollo, que consiste en la superación de las antinomias, que se resuelven en un tercer término que las supera de acuerdo con un ritmo de tres etapas: tesis, antítesis y síntesis;
5) El individuo, sujeto pensante, se encuentra aprisionado su propia subjetividad, en su deseo de ascender a lo universal, pero aspira a un ideal moral; sin embargo, la Cínica encarnación objetiva de la ética es el pueblo;
6) El espíritu de un pueblo (Volksgeist) es un fenómeno que supera lo individual; el pueblo es una "organización espiritual" única y diferente de las demás;
7) Como todo lo real es racional, la razón es la substancia de la Historia; ningún acontecimiento es fortuito ni inútil, porque se integra dentro de la "vida del pensamiento";
8) La Historia es la crónica del espíritu y describe o figura el progreso de la libertad de la conciencia. La Razón que preside la historia realiza sus fines utilizando las pasiones de los hombres, que persiguen su propio interés pero que "producen algo más, algo que no está en lo que hacen, pero que no estaba ni en su conciencia ni en su intención";
9) Existe, pues, una meta por lo que dice a la Historia, una finalidad trascendente, pero humana: la realización de lo que constituye la esencia misma de la naturaleza, o sea la libertad; el espíritu que actúa en la historia, por consiguiente, no es un espíritu individual, sino el espíritu de un pueblo, de "un todo concreto", de una colectividad que posee un "espíritu racional";
10) En el decurso del acontecer histórico, se suceden los pueblos rectores, y cada uno de éstos tiene solamente una oportunidad para realizar su propia misión; ante el pueblo que se encuentra en turno histórico, los demás carecen de derechos (antecedente de la filosofía oficial del estado nazi);
11) El estado, en su acepción histórico-jurídica, es la esfera e la que se concilian "lo universal" y "lo particular": el Estado, tal como a la letra dice Hegel, "es la realidad de la libertad concreta".
Derivando de las doctrinas de Hegel conclusiones generales y normas conductivas para el historiador, escribe con acierto y profundidad Nicolai Hartmann: -"La historia no es el terreno de la felicidad. La justicia sólo se halla en lo objetivo del acontecer universal. El individuo paga lo grande que produce con su felicidad, su cuerpo y su vida. Sólo la posteridad lo ve nimbado por la tragedia de su destino y conforme a su grandeza (...) El historiador no debe querer ser más justo que el curso real del acontecer universal que pretende concebir. La historia, con lo que en ella hay de justo, es la gran justicia, aunque en ella no se justifique la tragedia del destino individual o la del pueblo singular. Por trascenderse constantemente a sí misma y por encontrar, hasta en lo aparentemente indiferente de la acción privada, los medios de alcanzarse a sí misma es, al mismo tiempo, historia universal y juicio universal". (Cf. Nicolai Hartmann: La filosofía del idealismo alemán. Trad. española. Tomo II, páginas 458-478. Editorial Suramericana. Buenos Aires, 1960).
Notas:
1. Entre las obras de Hegel traducidas al español figuran las siguientes: Enciclopedia de las ciencias filosóficas, 3 vol. trad. de Eduardo Ovejero y Maury. Madrid, 1918; Filosofía del espíritu, 2 vol. Trad. de Eduardo Barriobero y Herrán. Jorro, editor. Madrid, 1907; Estética. Trad. de H. Giner de los Rios. Jorro, editor. Madrid, 1908; Fenomenología del espíritu. Prólogo e introducción. El saber absoluto. Trad. de Xavier Subiri. Revista de Occidente. Madrid, 1935; Filosofía del Derecho. Introducción: La eticidad. Trad. de F.E.G. Vicent. Revista de Occidente. Madrid, 1935; Filosofía de la historia universal. Trad. de José Gaos. Revista de Occidente. Madrid, 1928.
2. "La moralidad subjetiva se ocupa de la conciencia subjetiva, que puede hallarse en conflicto con las fuerzas objetivas y subordinarse a ellas en una unidad superior. La moralidad objetiva trata de las instituciones ético-legales: familia, sociedad, Estado. Hegel ha tratado con mucha atención estas últimas, especialmente el Estado, con su organización y sus poderes (su ideal político era la monarquía constitucional hereditaria con un poder fuerte). En el Estado encontraba una realización de la razón universal humana. El establecimiento del Estado perfecto, en el que la voluntad del individuo se halla en perfecto acuerdo con la voluntad general y que, por lo tanto, representa la libertad perfecta, es el fin de la historia universal, que no es otra cosa que la historia del progreso de la conciencia de la libertad". Ludwig Busse: Concepción del Universo según los grandes filósofos modernos. Trad. española. Editorial Labor, S.A. Barcelona, 1933. Página 159.