"La filosofía no es el arte de consolar a los tontos ... su única tarea es la búsqueda de la verdad y destruir prejuicios."

Retrospectiva




La contracultura y Mayo del 68 ... así empezó todo.
Carlos Díaz

El mundo como lo conocemos está cumpliendo 40 años. Lo acontecido en Francia, aquel mayo de 1968, fue el principio, pero también la continuación de los grandes cambios que el mundo experimentaría. La música, la literatura, la sociedad, la política. Todo se contagió de los vientos de renovación que soplaron desde Europa.

Francia venía cargando un malestar particular. Con el general Charles de Gaulle encabezando el gobierno, aquel país se encontró de pronto en una encrucijada. Por un lado, la economía era fuerte, más fuerte que nunca, considerando sobre todo que los peores años de la guerra y la posguerra habían quedado atrás. Por el otro, sin embargo, se abrieron frentes de batalla. Sus colonias africanas comenzaron a pugnar por la independencia, lo que le ocasionó a De Gaulle una grave crisis política.

En 1954, Francia es vencida rotundamente en Indochina (hoy Vietnam). A pesar de esto, se da a la tarea de sofocar la rebelión en Argelia. O al menos tratar, pues en 1962 el país africano se independiza, y militares de la derecha francesa se enfrentan a su presidente. En otras trincheras, el descontento crecía entre la población a causa del Estado paternalista y autoritario. Los ciudadanos se descubrieron en una paradoja: la situación económica era inmejorable, aun así, existía escasez de empleos, principalmente para los estudiantes recién egresados. Esto derivó en protestas. Miles de jóvenes se inconformaron y encontraron en el rechazo a la guerra de Vietnam el motor ideal para unir su voz.

La situación de Argelia y la aparición oficial del tercer mundo, logró que los franceses abrieran los ojos y expandieran sus horizontes. Entonces, obreros y estudiantes se aliaron para mostrar su incomodidad. El 3 de mayo de 1968, la Universidad de La Sorbona bullía por la agitación. Los estudiantes se habían agrupado para protestar, por lo que el rector llamó a la policía para desalojar el edificio. Lejos de diseminarse, invadieron el Barrio Latino, y en la noche del 3 al 4, las calles se llenaron de barricadas. El 13 de mayo, bajo el lema “Alto a la presión, libertad, democracia, viva la unión de obreros y estudiantes”, los sindicatos llamaron a la huelga general en apoyo a los jóvenes, los cuales eran reprimidos violentamente.

Luego de estas acciones, los productos básicos escasearon. El gobierno cedió terreno y firmó un pacto, donde reconocía ciertas libertades y ventajas laborales, como el salario mínimo garantizado. De Gaulle disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones anticipadas, donde la izquierda fracasó y el movimiento gubernamental se alzó con el triunfo. No obstante, se había ganado terreno. Al finalizar el movimiento de mayo del 68, la sociedad francesa se había transformado. Se introdujeron nuevos valores, los derechos de la mujer fueron reconocidos, se liberalizaron ciertas y viejas costumbres, y se abandonó el régimen autoritario en la educación. Además, un nuevo protagonista había aparecido: la juventud.

Resultaba claro que los estudiantes no estaban conformes con la situación mundial. Por un lado, los Estados Unidos lideraban un bloque que imponía regímenes militares en América Latina para impedir el paso del comunismo. Por el otro, la Unión Soviética se había afianzado como la única izquierda. Lo que estaba fuera de ella, era descalificado. Esto sucedió con el movimiento del 68, el cual, para los soviéticos, no fue más que una pantomima burguesa. Fue evidente la necesidad de una tercera vía.

Mientras tanto, en Checoslovaquia sobrevinieron cambios significativos, los cuales se resumieron en los hechos de La primavera de Praga. Para las generaciones nacidas después de la II Guerra Mundial, el mundo como se conocía entonces era insuficiente, parcial, enclaustrado en sí mismo. Las opciones no existían. Se era capitalista o comunista. En medio, la amenaza de una guerra nuclear era latente. Por ello, desde Francia se exportó fácilmente el movimiento estudiantil, el cual alababa la resistencia en Latinoamérica, con todo y su teología de la liberación.

La Unión Soviética mostró más que su oposición. Demostró su burla ante un movimiento que no le merecía más que risas. Gracias a esto, sin embargo, nació una nueva izquierda. Una izquierda que se negaba a ser parte del bloque de metal que significaba la URSS. Los estudiantes también eran izquierda, así como las mujeres, los negros, los latinos... De este modo, todo comenzó.

Curiosamente, una de las primeras y principales banderas de batalla de los estudiantes franceses fue su exigencia por que les fuera permitida la entrada a los dormitorios de las mujeres. Sí, las protestas comenzaron porque los hombres querían entrar a donde las mujeres dormían.

La verdad es que el movimiento estudiantil abarcó todas las luchas, y todas las batallas fueron suyas. De este modo, aparecieron pintas muy diversas en las calles francesas. Prohibido prohibir. La imaginación al poder. Esto no es más que el principio, continuemos el combate. El aburrimiento es contrarrevolucionario. No le pongas parches, la estructura está podrida. No queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre supone el riesgo de morir de aburrimiento. Las revoluciones a medias no hacen más que cavar su propia tumba. El patrón te necesita: tú no necesitas al patrón. Trabajador, tienes 25 años, pero tu sindicato es del siglo pasado. Soy un marxista de la tendencia de Groucho. Seamos realistas: exijamos lo imposible. Están comprando tu felicidad: róbala. La barricada cierra la calle, pero abre la vía. El caos soy yo. En una sociedad que ha abolido toda aventura, la única aventura que queda es abolir la sociedad. La humanidad no será feliz hasta que el último burócrata sea ahorcado con las tripas del último capitalista. Olvídense de todo lo que han aprendido, comiencen a soñar.

Aun cuando la aventura de mayo del 68 en Francia duró sólo unos días, la mecha se había encendido. Jóvenes de todo el mundo se unieron al mismo clamor: deseaban, necesitaban, exigían, estaban por construir un mundo a su medida.

La mejor forma de identidad colectiva se encontró en la música: el pop y el rock & roll se convirtieron en símbolos de rebeldía. Si los soldados en Vietnam usaban el cabello corto, la protesta obvia fue el cabello largo. Si en Vietnam la marihuana era usada para infundirles valor a los jóvenes soldados, en todo el mundo se usó para fines pacifistas, trascendentales. Si todo el mundo hacía la guerra... los jóvenes harían el amor. La masificación de los anticonceptivos dio pie también a la revolución sexual. El sexo dejó de ser lo innombrable para ser un medio de disfrute, de autonomía del propio cuerpo ante el mundo. Sí, los hombres, pero particularmente las mujeres, tenían el derecho de decidir sobre su cuerpo.

Así, los Beatles, los Rolling Stones, Janis Joplin y Jimmy Hendrix encabezaron la contracultura musical. Un tipo de música inspirada en las ilusiones, y también en las alucinaciones, cuyo más grande exponente se llamó Jim Morrison y sus Doors: las puertas de la percepción han sido abiertas. Igualmente, en el terreno literario, surgieron los poetas de la generación del beat: Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs.

Sin embargo, el epíteto de todo el movimiento fue la aparición del hippie. El Festival de Woodstock demostró que un nuevo mundo había nacido. “Peace and Love”. En México, esto ocurrió en 1971, con el Festival de Rock y Ruedas en Avándaro, que conservó los ecos del 2 de octubre de 1968, mientras que en el aire se olía la represión por parte de Los Halcones.

A la par, la mujer se reivindicó. Anunció que ella era mucho más que un ama de casa. Entonces salió a trabajar, fue parte del mercado, generadora de ingresos, proclamó su independencia y, gracias a los anticonceptivos, se acostó con quien ella – y sólo ella – quiso. En 1960, comenzó a comercializarse la píldora anticonceptiva en los Estados Unidos. Otros grupos igualmente de izquierda, alejados de la URSS y de los partidos comunistas italiano y español, levantaron la mano para hacerse presentes. Los jóvenes rebeldes, las feministas, los ecologistas y los pacifistas.

La contracultura, a decir verdad, nació en 1965, en San Francisco, de manos del movimiento flower children: un grupo de personas a quienes el mundo no les satisfacía, por lo que optaron por regresar a los orígenes de todo: el amor. El amor a los demás, a sí mismos, al mundo, a las cosas simples y pequeñas. El mundo, tal y como la humanidad lo había construido, era intransitable. No era un lugar para vivir. Era complicado ser simplemente una piedra rodante (rolling stone), por lo que su lema de vida fue tan sólo: I can´t get no satisfaction. A esto, Bob Dylan afirmó Hermano, la respuesta está en el viento.

Así es. La respuesta estaba en lo simple, en lo que estaba a la mano. Como los hongos alucinógenos, con los que la oaxaqueña María Sabina se consagró como sacerdotisa universal. Surgía la psicodelia, el arte pop abanderado por Andy Warhol. En México, la rebeldía tuvo nombre de música. César Costa, Alberto Vázquez, Angélica María, Enrique Guzmán, Los Teen Tops, Los Rebeldes del Rock, Los Hooligans, Los Locos del Ritmo, Los Camisas Negras.

En Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy, el presidente de la gran esperanza, el que representaba al gringo del siglo XX, era asesinado. ¿Complot, asesino solitario, venganza rusa, aviso cubano, muerto por los propios políticos estadounidenses? A la par, el 4 de abril de 1968, moría el doctor Martin Luther King Jr., asesinado también. Con esto se debilitaba la esperanza de la no violencia, de la integración racial que había comenzado Malcolm X, y que gracias a la música de gente como B. B. King, Ray Charles y Nat King Cole parecía una realidad. En 1968, se hizo visible nuevamente la sociedad secreta del Ku Klux Klan, para impedir los movimientos integracionistas.

La rama literaria del malestar hacia el mundo, se hacía presente con Jean-Paul Sartre y su existencialismo. Con obras como La náusea y El ser y la nada, mostraba un mundo sin salvación ni alternativas. Al mismo tiempo, su gran amor secreto, Simone de Beauvoir, lanzó obras que serían la base del movimiento feminista.

También se pusieron de moda nuevos cultos religiosos, como una manera de buscar el camino tan deseado y jamás encontrado. El budismo, la meditación, la yoga, y en general el misticismo oriental. La respuesta estaba en alguna parte, lejos de lo material que el mundo moderno imponía. La respuesta se encontraba, seguramente, en el espíritu.

La moda también recibió esta herencia de rebeldía y rompimiento. La aparición de la minifalda fue el ejemplo claro. Pero también la maxifalda y la midifalda, como símbolos de ruptura con aquella imagen a la que toda mujer debía aspirar: la imagen y semejanza de Jacqueline Bouvier, la esposa de J.F.K.; aquella que lucía trajes sastres, impecable maquillaje y peinados de salón perfectamente delineados. Ella era la mujer ideal, así debía ser toda mujer, y así es justamente como no sería nunca más una mujer.

Mini, Midi, Maxi falda. Una minifalda podía combinarse con un largo maxi del abrigo, o el midi del suéter con el maxi de los pantalones acampanados, con enormes zapatos de plataforma y tonos chillantes, puntos, flores y símbolos pacifistas. Surgieron los colores abigarrados y las modelos ultra delgadas, entre quienes destacaba la inglesa Twiggy, quien popularizó la piernas largas y muy delgadas. Además, el maquillaje ya no fue discreto: ahora fue psicodélico, copiando los diseños hippies tan de moda en las comunas.

En otros ámbitos, después de que Francia abandonó el sistema autoritario en la educación, nació la nueva pedagogía, de la mano de Paulo Freire y la escuela de Summerhill, inspirados en el modelo inventado por María Montessori: Prohibido prohibir. En América Latina, la coyuntura era aprovechada por los escritores jóvenes que rompían el molde de sus antecesores. Así se dieron a conocer Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Rosario Castellanos, Juan Rulfo, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Juan José Arreola, entre otros integrantes del Boom Latinoamericano: un movimiento que mostraba al mundo que los jóvenes latinos también existían y también protestaban.

Se arraigó igualmente la comida rápida. Un nuevo mundo, de paso fugaz, hambriento de cosas nuevas, así lo requería. Pollo frito, helados, hamburguesas, hot dogs (llamados originalmente Panchos), pizzas, donas, gelatinas, burritos y el sabor que se convirtió en embajador mundial: la Coca Cola que se expandió en todo el mundo.

En México, el eco de mayo del 68 culminó con la matanza de estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre. No fue el inicio de la revolución, pero sí el origen del derrumbe de un partido rancio y dictatorial.

Lo sucedido en Francia hace 40 años cambió al mundo y lo convirtió en lo que ahora conocemos. Nadie se lo propuso, nadie lo planeó. Pero cuando la mecha de las revoluciones se enciende, no se apaga hasta explotar. Un movimiento francés que, no por casualidad, se originó por la misma razón que ha ocasionado tantas guerras a lo largo de la historia: el hombre quería entrar al dormitorio de la mujer. La razón de todo fue, y ha sido siempre, el sexo.